viernes, 7 de diciembre de 2018

Crítica: LA PRUEBA


En carne propia

En el marco del Día Mundial de la Lucha contra el Sida, se presentó la obra La Prueba, utilizando el formato de Teatro testimonial como base. Así, bajo la dirección de Gabriel de la Cruz, cuatro valerosos testimonios dieron cuenta de las dificultades que aún deben enfrentar quienes viven con esta condición, ya sea el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) o el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).

El Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social fue el escenario, en donde Gichin Gamarra, Roberto Otoya, Yomer Ali Yache y Fiorella Vásquez –quienes son parte de la RED DE JÓVENES CAMBIANDO VIHDAS- visibilizaron sus historias, con verdad y valentía. Con profunda sensibilidad y apoyados de una escenografía minimalista y práctica, los actores empezaban su relato en la sala de espera de un hospital; en este aspecto, el soporte tecnológico  (proyecciones de pantalla) aportó mucho a la obra.

Los cuatro testimonios fueron contados desde diversas circunstancias y momentos de la vida de estas personas, algunos con mayores detalles. Finalmente, cada quien planteó lo que deseaba comunicar; sin embargo, compartían la misma condición de vida. A través de sus relatos, el público iba involucrándose con las historias, era inevitable que surgieran los momentos conmovedores, los cuales contrastaban con los momentos graciosos y tiernos, muy bien manejados a lo largo de la obra. Cabe mencionar que, además de tocar el tema personal, también se habla del tratamiento médico y las facilidades (que no siempre son tan fáciles) que las personas con VIH o SIDA deberían contar para llevar una vida plena y cotidiana, lo cual debe llamar la atención de las autoridades pertinentes, a fin de mejorar la calidad de sus servicios.

El Teatro testimonial, como bien se ha mencionado, se basa en la propia experiencia de algún hecho; en este caso, tratándose de un tema que aún se considera tabú en nuestra sociedad, es una gran iniciativa que a través del teatro pueda abrirse una puerta a los grupos vulnerables que quieran expresarse, porque muchas veces se les maltrata y margina sin imaginar todo lo que hay detrás de sus historias. No es sencillo visibilizar una condición de vida, se requiere mucho valor y aceptación, lo cual se vio reflejado en esta puesta.

La Prueba deja constancia de aquello que los seres humanos anhelamos constantemente: el amor, aquel que puede destruir barreras y mitos, aquel que puede educar e informar, aquel que trae respeto y empatía. Una experiencia en carne propia, pues a través de estas cuatro vidas, tal vez podamos hacernos un poquito más humanos.

Maria Cristina Mory Cárdenas
7 de diciembre de 2018

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