sábado, 4 de agosto de 2018

Crítica: PROMETEO ENCADENADO


Prometeo contemporáneo

Danza, poesía, música y un elenco de actores confabularon para llevar a cabo Prometeo Encadenado, una versión libre que tuvo lugar en el teatro de la Asociación de Artistas aficionados. Prometeo fue un semidiós que, al ver lo mal que lo pasaban los mortales en la Tierra, decidió robar el fuego sagrado durante una celebración en el Olimpo, causando que Zeus lo condene a estar encadenado a una roca de por vida. Esta versión teatral tiene la peculiaridad de basarse en códigos que van desde el uso de poemas de distinto autores hasta coreografías que invitaban al espectador a indagar qué es lo que la historia de Prometeo podría decirnos hoy en día.

La representación tuvo como antesala una breve explicación de la directora del montaje, Fabiola Alcázar, quien se encargó de explicar la historia de Prometeo. Esto sirvió para poder darle protagonismo a las herramientas que el montaje utilizó para contarnos la travesía del semidiós. Aquí no importaba si sabías o no la historia de Prometeo. La obra se encarga de construir imágenes que nos hacen prestar atención a lo importante: lo que una historia como esta tiene que decirnos. Estamos hablando del caso del  primer benefactor de la humanidad, del primer condenado por desobedecer un poder absoluto y ayudar a quien lo requería.

Los actores involucrados interpretaron más de un papel y se dieron abasto para poder sintetizar este mito en escenas donde se lograron entretejer las imágenes, creadas desde la interpretación del texto y desde las secuencias físicas que los actores elaboraron. A lo largo de toda la obra, se sintió un trabajo coral, donde los actores estaban sincronizados con la misma calidad de energía en escena, de modo que se percibía la atención y la concentración de todo el elenco. A esto me refiero con trabajo coral, con el hecho de todos estar llevando la obra en la misma dirección, sin desentonar en ningún momento.

Los cambios de escena, al igual que el manejo de herramientas como luces y música, estuvieron controlados e incluidos en el ritmo que la obra tenía, hubo un buen manejo de estos elementos, de modo que ayudó a mantener el hilo conductor de la representación. Los vestuarios estuvieron diseñados de manera cómoda para los personajes, con lo que complementaban la imagen que cada personaje debía dar, sin necesidad de pomposidad que podría haber saboteado la puesta en escena.

Retomar historias como la de Prometeo exige una relectura cuidadosa de información que sea valiosa y, sobre todo, vigente para el aquí y ahora del lugar donde se representa. Es interesante ver cómo estas relecturas tienen lugar gracias a nuevas tendencias y herramientas teatrales contemporáneas que enriquecen la puesta en escena, de modo que no solo hay protagonismo de un mito, sino que hay todo un corpus escénico que atrapa al espectador. Prometeo fue un personaje que fue castigado por intentar hacer el bien a la humanidad, a costa de desobedecer las autoridades del Olimpo, el poder supremo. La pregunta es ¿qué tan común es eso ahora? ¿Se les hace familiar que exista un poder que termine reprimiendo las buenas intenciones de algunos? Se los dejo a su propia reflexión.

Stefany Olivos
4 de agosto de 2018

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