sábado, 14 de julio de 2018

Crítica: HAGAMOS MAGIA


Una moraleja mágica

“Quien tiene magia, no necesita trucos” es uno de los mensajes de los personajes de la última creación del joven iniciado en la dramaturgia y actor, Alexander Rubio: Hagamos Magia. La obra cuenta la historia de una divertida pareja de hermanos, que se dedica al arte de montar espectáculos de magia: CJ (el mismo Rubio) y Faustolín (Mario Soldevilla); estos están prestos a presentar un espectáculo familiar, pero suceden una serie de imprevistos y situaciones cómicas durante el show, que generan una narración y ambiente muy divertidos para los espectadores. La dirección está a cargo del actor Armando Machuca y la musicalización, por el improvisador Armando Abanto. Es importante mencionar que tanto  Soldevilla como Machuca ya fueron galardonados por el comité de Oficio Crítico: el primero, como el mejor actor de comedia del 2013 por su participación en Los últimos días de Clark Kent, producida por el colectivo Ayepotamono; y el segundo, por el mejor trabajo de dirección 2016 en el mismo rubro, por el espectáculo interdisciplinario Padres de la patria.

Las puertas del auditorio AFP Integra del Museo de Arte de Lima están próximas a abrirse a la hora indicada, ante un público principalmente conformado por padres e hijos. Desde un primer momento, los actores hacen partícipes del espectáculo a los asistentes y a sus hijos, con muchas intervenciones durante la función de maneras muy simpáticas y graciosas sin crearles incomodidad; por el contrario, los padres que eran conminados a subir al escenario lo hicieron con mucho entusiasmo y sorpresa, posiblemente debido al ambiente de química que logran Alexander y Mario con sus personajes que generan confianza. Por otro lado, los niños, como es habitual en los montajes de teatro infantil, tienen una constante interacción con los actores, a quienes les trasmiten sus emociones con efusividad, a pesar de que el espacio no permite al público una comunicación visual plena con los actores, ya que el escenario es muy elevado en relación con las butacas. Se trata de un teatro adaptado para obras solo para apreciación del público.

El cuidado que le es reservado a la escenografía, la vestimenta y la utilería de los actores es realmente destacable, pues se logró que la presentación sea lo más parecido a un verdadero espectáculo de magia; en ese sentido, es destacable el trabajo complementario de Alexander, que hizo una performance muy buena y original de su talento como mago. Además, la misma escenografía se compone de una serie de elementos muy creíbles, como telas, utensilios de cocina, vasos, luces, sillas, entre otros, que dejan la sensación de un gran trabajo colectivo del equipo de Machuca. La obra tiene una narración cómica durante casi todo el espectáculo hasta el momento final, en el que existe un quiebre dramático cuando Faustolín hace una confesión a su hermano: no es mago. Lejos de aprovechar la vulnerabilidad del personaje de Mario, CJ se compadece de él y lo conmina a seguir en su proyecto de llevar obras de magia a los niños del mundo, pues como él mismo dice: “Quien hace magia no necesita trucos”. Es una moraleja muy valiosa y pedagógica la que deja el trabajo de Rubio y el equipo de Machuca.

Hagamos Magia se encuentra en temporada los días sábados y domingos a las 4pm hasta el 29 de julio en el teatro AFP Integra del Museo de Arte de Lima, Paseo Colón 125, Parque de la Exposición, Cercado de Lima.

Enrique Pacheco
14 de julio de 2018

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