domingo, 17 de junio de 2018

Crítica: SEÑORA DE LOS AHOGADOS


Secretos siniestros

Una familia disfuncional, un coro de mujeres sollozando y oscuros secretos es lo que nos presenta la puesta Señora de los Ahogados (Senhora dos afogados), escrita por el influyente periodista, dramaturgo y escritor brasileño Nelson Rodrigues, quien es conocido por abordar temas ásperos como el adulterio, el incesto, el conflicto de familias resquebrajadas, entre otros. En esta ocasión, es la directora Guadalupe Vivanco quien ha conducido y traducido esta pieza teatral, como marco de la cuarta temporada producida por la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático.

En principio, el montaje logró crear una atmósfera siniestra, oscura y hasta tenebrosa, que contrastaba con la musicalización –de ritmos afro-brasileños-, nada que reprochar en ese sentido; ya que se utilizaron los recursos correctamente, introduciendo al espectador a una fantasía, a una realidad distinta. Y es que la trama gira en torno a la familia Drummond (quienes valoran la fidelidad conyugal y la perpetúan a través del tiempo) y un trágico suceso que involucra la muerte de Clarita –una de las hijas de Eduarda y Misael, quien muere ahogada en el mar-; sin embargo, existen otros hechos que redondean la historia –la muerte de una prostituta el mismo día del casamiento de Eduarda y Misael- que la convierten en una explosión de acontecimientos marcados por las frustraciones y pasiones de los personajes.

El uso permanente de la música en vivo, combinado con el coro de mujeres y una especie de ritual de lamentos y bailes, hace la diferencia, dejando en claro el origen de la tradición brasileña. En contraste, la suma de aquellas energías, así como las interpretaciones que evocan a una épica tragedia griega, detonan (a medida que avanza la obra) en un tedio que es provocado por la intensidad de todos los recursos en escena (físicos, utilería, sonido, luces, etc.) y por la carga de la propia trama, que mezcla apariciones y realidades en medio de la rivalidad de madre e hija y del propio conflicto de los cónyuges.

Con actuaciones bastante correctas y con una energía al tope, la puesta refleja desde una perspectiva psicológica a los personajes, desvelando la actualidad de los temas que, aún siendo sensibles, no dejan de ser trascendentes para una sociedad que necesita cuestionarse, entonces, qué mejor que el teatro para comunicar y transmitir.

Maria Cristina Mory Cárdenas
17 de junio de 2018

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