viernes, 29 de junio de 2018

Crítica: NEGRA


Reflejo de todos los colores

Dentro del marco del festival Sótano 2 en el Teatro de la Universidad del Pacífico, una de las obras propuestas como parte del programa de obras contemporáneas es Negra, dirigida por Gabriel de la Cruz y Malena Romero. Se nos presenta a dos actrices que intentan descubrir qué es lo que significa la palabra “negra”. A través de los testimonios que cada una va compartiendo, es que la obra va mostrándonos una realidad vigente donde factores como el color de piel condicionan la vida de cada persona.

La función comienza sin necesidad de formalidades: sin anunciar una tercera llamada, la presencia de las actrices Mayra Najar y Anaí Padilla se imponen al barullo del público con una conversación acerca de qué es lo que significa “negra”. Este inicio, imponente y sutil a la vez, es perfecto para dar a inicio a la serie de historias personales que las actrices comparten con el público. Si bien la obra se apoyaba en los testimonios de cada una, utilizaron convenciones para tocar cada historia de una manera distinta: apoyándose con fotografías, a través de conversaciones entre ambas, incluso con cambios de ropa dentro de la escena. Estos códigos ayudaron a crear una atmósfera cercana con el espectador.

Algunas escenas de la obra eran hipotéticas en relación a lo narrado por las actrices, como proyecciones de los pensamientos y aspiraciones que ambas manifestaban desde sus testimonios. Este fue un elemento que le daba variedad de dimensiones a la obra: podíamos ver a las actrices contando su testimonio de manera lúdica, a través de historias hipotéticas pero que, como espectador, sabíamos que eran idealizadas, siendo a la vez fieles a todo lo que íbamos sabiendo de cada una de ellas. A todo esto, se sumó una serie de material audiovisual que constaba desde fotografías personales hasta videos donde se podía apreciar testimonios de personas cercanas a las actrices en relación al tema de toda la obra: la experiencia de vivir en una sociedad donde el color de piel puede modificar el trato entre personas.

La obra logró condensar todo el material ya mencionado bajo una línea dramática sólida y coherente, logrando encontrar matices y puntos de encuentro entre ambas historias. Era notorio el trabajo por lograr la conexión de ambas historias personales, de modo que en escena se pudo apreciar toda una partitura que convertía dos testimonios individuales en una radiografía fiel al contexto que vivimos hoy en día en relación a la discriminación. No solo se trató de exponer la historia de dos personas que han sido discriminadas por su color de piel, sino que estuvimos en frente de toda una serie sensaciones y angustias producidas por estigmas culturalmente normalizados: el ser mujer, el ser actriz, el ser gorda, el ser negra.  Por otro lado, hubo un énfasis en el trabajo corporal de las actrices dentro de toda la composición, un elemento que lograba unificarlas dentro de todo este viaje testimonial. Este efecto se consolidó gracias a la precisión en el manejo no solo de marcaciones de movimiento, sino en el manejo de los textos en cada momento por parte de ambas actrices.

No estamos al frente de una obra testimonial que se queda solamente en las experiencias de dos personas. Gracias a las historias de Mayra y Anaí, pudimos ver toda una serie de angustias que se crean a partir de estigmas socialmente normalizados. Negra no es una ficción: es el día a día, es la voz de un grupo marginado, es un balde de agua fría que inevitablemente va a llevar al espectador a sensibilizarse sobre cómo  se encuentra nuestra sociedad actualmente.

Stefany Olivos
29 de junio de 2018

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