sábado, 12 de mayo de 2018

Crítica: UNA GATA SOBRE EL TEJADO CALIENTE DE ZINC

¡Verdaderas mentiras!

¿Cómo sobrellevar la rutina de una vida llena de mentiras, de apariencias e hipocresías? Una gata sobre el tejado caliente de zinc (1955), del escritor estadounidense Tennessee Williams, intenta desvelar la complejidad de esta pregunta, bajo la dirección de Joanna Lombardi, conocida por su trabajo como directora de cine. Esta vez, decide arriesgar con su primera propuesta teatral, invitando al espectador a experimentar un sube y baja de emociones.

La obra transcurre debido a un acontecimiento familiar: el cumpleaños del abuelo Pollitt, el cual será el pretexto perfecto para que caigan las máscaras, con las que una familia buscaba ocultar las ambiciones más superfluas, los miedos más profundos, las represiones, la hipocresía y hasta la propia muerte.

En primer lugar, el diseño y elementos de la escenografía fueron un acierto, puesto que aportaron el realismo que las escenas necesitaban (la obra trascurre en una habitación). Además de servir como apoyo a la acción de los personajes, todos los artículos se utilizaron con pertinencia; por momentos, la iluminación parecía hacer alusión al tejado caliente que se menciona en el título de la obra. Considero que la experiencia de la directora en cine fue un plus, que se evidenciaba en la pulcritud de los detalles.

De otro lado, hablar del elenco es aludir a un grupo de actores consolidados y con una trayectoria indiscutible: Wendy Vásquez y Rodrigo Palacios -como Maggie (la gata) y Brick, respectivamente- tuvieron intervenciones más que destacadas. A su vez, Gustavo Bueno, en un rol clave en el desarrollo de la narrativa, interpretando magistralmente al Padre de Brick. Protagonizando junto a él, una de las escenas más conmovedoras y duras de la puesta: una conversación en donde padre e hijo revelan sus sentimientos, dolores y frustraciones. Completan el reparto Graciela Paola –caracterizando de manera entrañable a la madre de Brick-, Eduardo Camino, Diego Lombardi, Anneliese Fiedler y Chipi Proaño. Otro punto notable es la naturalidad, tanto en la interpretación de los personajes como en la forma de estructurar la obra. 

Particularmente, considero que el contenido (el texto), la interpretación real y sencilla de los actores y una dirección precisa y minuciosa son los ingredientes que han dado como resultado un buen montaje.

La historia de estos personajes, atrapados en sus propios conflictos, perseguidos por sus mentiras y ambiciones; retrata situaciones actuales, que ya se trataban en los tiempos de un clásico como lo es Una gata sobre el tejado caliente de zinc, que sin lugar a dudas merece que el público vaya a verla y genere sus propias impresiones al respecto.

Maria Cristina Mory Cárdenas
12 de mayo de 2018

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