sábado, 12 de mayo de 2018

Crítica: HOGAR DULCE HOGAR


La familia siempre será lo primero

Una familia que ha sufrido la pérdida de uno de sus miembros, un nuevo integrante familiar, un novio muy imprudente y una fecha especialmente significativa (la Navidad) son los principales componentes de la obra Hogar dulce Hogar, escrita y dirigida por Gianfranco Mejía.

Un preámbulo musical recibía al público para tomar sus lugares, lo cual generaba un ambiente festivo y propio de la sencilla escenografía, en la que destacaba el luminoso árbol de Navidad. Ahora bien, un detalle que lastimosamente no pasó desapercibido: la falta de consideración y respeto de parte de cierta parte del público, que aprovechaba los cambios de escena para comentar y bromear en tono alto, motivando el reclamo del resto. Si bien esta situación no es culpa de la producción, es cierto también, que en ellos recae la responsabilidad de recalcar a los espectadores que guarden silencio y así, no llegar a los incómodos momentos que se suscitaron, los mismos que terminan perjudicando el trabajo del elenco y desluciendo al montaje, debido a las distracciones.

Pasando entonces al tema central, que es la obra, tengo que mencionar la sensación de estar ante una narrativa con un lenguaje bastante coloquial (ausencia de diálogos intuitivos), en el que se expresaba con exactitud lo que se quería decir en cada línea, generando situaciones jocosas bastante predecibles, las cuales sostenían parte de la esencia de la historia.

En cuanto al elenco, definitivamente, la fuerza interpretativa fue un elemento importante para destacar la obra y, en este caso, la presencia de la primera actriz Haydeé Cáceres (interpretando a la madre) fue contundente, haciendo gala de esta cualidad que posee como actriz consolidada. Completan el elenco Pedro Olórtegui –preciso en su papel de Gabriel-, Ricardo Morante –como un entrañable abuelo-, Diego Alonso Pérez –divertido y versátil en su papel de Erick-, Ximena Fukuda, Lucia La Rosa y Gianfranco Mejía –correctos en sus personajes de hermanos-, destacándose un trabajo grupal compacto.

Una propuesta sencilla que, sin grandes pretensiones, logró captar la atención del público; así como transmitir un mensaje de unión familiar a través de situaciones cotidianas que, sin dudas, no está demás valorar en estos tiempos de prisas y egoísmos.

Maria Cristina Mory Cárdenas
12 de mayo de 2018

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