lunes, 30 de abril de 2018

Crítica: MÚSICA


La música del inconsciente

En el teatro Ricardo Blume se está presentando la obra Música. Se trata de la primera adaptación de la novela del escritor japonés Yukio Mishima, escrita y dirigida por Mateo Chiarella. La historia se centra en el doctor Shiomi (Roberto Moll), un psicoanalista en Tokio que recibe como paciente a Reiko (Andrea Luna), una joven pueblerina que está experimentando un gran problema: no puede escuchar la música.

Pronto descubrimos que ese malestar es mentira y que lo que realmente no puede hacer Reiko es sentir placer sexual mientras tiene relaciones con su novio Ryuichi (Daniel Cano), a quien ama. La adaptación hace un buen trabajo al encontrar en la novela el drama en la tensión entre el doctor, quien se obsesiona por curar a su paciente y Reiko, cuyos juegos y trampas esconden un dolor profundo, relacionado con su familia.

Todo el camino que recorre Reiko para conocer el fondo de su problema se construye muy bien, puesto que va in crescendo y no se pierde en los detalles típicos de una narración. El contexto social de Japón de los años sesenta, en que la cultura occidental ingresaba y algunos se mostraban escépticos al respecto, es tratado a la perfección en la puesta en escena. Nunca parece forzado y, de hecho, intensifica el drama, sobre todo en el segundo acto. Esto se ve a partir del psicoanálisis, el cual representa el conflicto entre el Japón tradicional (encarnado por el personaje Hanai y el miedo de Reiko a curarse) y la corriente occidental, que cree en la existencia de un Yo y en la importancia del autoconocimiento.

De este modo, todos los detalles de la dirección simbolizaron este conflicto.  Por ejemplo, el uso de la vestimenta dividió a los personajes. Por un lado, el doctor utilizaba una bata, claramente una referencia a la ciencia occidental, y por otro, el hermano de Reiko (Janncarlo Torrese) y Hanai (Eduardo Ramos) utilizaban kimonos masculinos. En el centro de todo ello, Reiko tenía un maquillaje oriental y a veces llevaba sacos de estilo europeo.

Este conflicto también fue conferido por la manera en que los personajes utilizaron el escenario circular. Cuando el doctor Shiomi leía una carta de Reiko en una esquina, ella aparecía en la otra, envuelta por unas luces que parecían adentrarnos en el inconsciente. Excepto por Daniel Cano, quien por momentos se aceleraba en sus movimientos, todos manejaron con soltura y efectividad el espacio. Otro punto importante fueron los colores: Reiko, en sus momentos más pasionales utilizaba el rojo, mientras que cuando la tristeza la imbuía, vestía de azul.

Destaca la actuación de Roberto Moll como el doctor Shiomi, puesto que le da al personaje esos matices necesarios para dejar en claro que se trata de un hombre acostumbrado a tener el control y que, de pronto, lo empieza a perder. Andrea Luna se desenvuelve correctamente, si bien la construcción del personaje de Reiko en la adaptación hizo que las expectativas respecto a este sean de una complejidad incluso mayor a la que mostró. Asimismo, Akemi (Ebelin Ortiz), la asistente del doctor, fue un personaje que se sintió plano dentro del conjunto.

En suma, Música logra algo que no es sencillo: adaptar una novela de tal manera que sus principales ideas sean expresadas dentro de un drama que nunca aburre al espectador. Al contrario, cada vez que el doctor se acerca a descubrir la raíz del problema y cada vez que Reiko se esconde de esta, es como si nos viéramos a nosotros mismos, intentando escapar de nuestros tramas de niñez, que rodean nuestro Yo, como un escenario circular.

Stefany Olivos
30 de abril de 2018

Colaboración regional: FESTIVAL UKUPACHA


Un buen pretexto para encontrarnos, para vernos

El término quechua “Uku Pacha” se define como el mundo de abajo, y no es solo eso, sino es el mundo de los muertos, de los no natos y de todo aquello que se encuentra bajo la superficie.  Este es el nombre de  un Festival Independiente que se realizará del 8 al 10 de junio y desea visibilizar el teatro, danza y circo en Cusco. En su tercera edición, el Festival Ukupacha por primera vez amplía su convocatoria a artistas independientes fuera de Cusco, lo que motiva y amerita un mayor trabajo de producción y afianzamiento de la organización.

Durante el Festival, la ciudad del Cusco recibirá una versión particular del “Don Quijote de La Mancha”, gracias a la Compañía Teatral Goyenechus de Colombia. Desde la hermosa tierra de Ayacucho traerán una compilación de cuentos, mitos y relatos populares realizados por el colectivo Laboratorio Kintu; también estará presente José María Arguedas, gracias a la interpretación del experimentado y reconocido actor José Infante (cuarta generación de Cuatrotablas) con su “JMA no soy un aculturado” de Mestizo producciones de Lima; además, estarán residentes de Argentina , Brasil y artistas locales como Dalia Paz (Juglar), Mauricio Rueda, Charlotte Giusti (Grupo Darte), Anahí Araoz (Viajera del Sur), Miguel Gutti (Teatro Laboratorio Cusco), entre otros.

El Ukupacha nace el 2014 por iniciativa de Hugo Salazar y Dalia Paz (directores de Juglar), y Esteban Cárdenas (artista argentino), con el objetivo de difundir el trabajo de diferentes artistas y espacios dedicados a las artes escénicas. En un inicio, la intención fue hacer el festival cada año, pero a pesar de su acogida, por motivos varios la segunda Edición fue el 2016 y ahora 2018, como quien plantea una regla tácita de cada dos años para celebrarse la tercera  edición.

El colectivo UKUPACHA es la suma de esfuerzos de diversos artistas y gestores que conforman una red colaborativa para lograr sacar adelante un evento internacional de calidad para la ciudad del Cusco y de cierta forma, suplir al Estado en su tarea de desarrollar la cultura y educación para todos. Vale la pena mencionar a los artífices de este proyecto, como son el grupo Darte, Juglar, Anahí Araoz, Eduardo Flores, entre otros, y también el apoyo de instituciones y espacios artísticos, como el IPCNA, el Convento de Santo Domingo- Qorikancha, La Escencia, Espacio Cuerpo, Casa Darte y Epicentro.

Este es un buen pretexto para vernos, para encontramos, no solo como público, sino también como artistas, como hacedores del oficio para llenar ese espacio vacío de la escena con nuestros cuerpos, energías, espíritus, como queramos llamarles; pero hacernos presentes en esta maravillosa oportunidad de compartir. Recordemos que el Festival será del 8 al 10 de junio y no solo habrá obras, sino también diversos talleres brindados por los artistas invitados y los precios serán asequibles a todos los bolsillos. El Festival Ukupacha es una iniciativa que ojalá el Estado tome nota y pueda replicarla.

Miguel Gutti Brugman
Cusco, 29 de abril de 2018

Colaboración regional: FREAKSHOW


La magia de lo diferente

Hace algún tiempo conversaba con un grupo de actores jóvenes sobre el aporte e intencionalidad que ofrece el actor a una pieza teatral, pues cada uno es único y diferente en su ejecución. Por ejemplo, a pesar de haberse representado muchas veces a nivel mundial en los mejores teatros y en las salas más íntimas, jamás veremos la misma “Romeo y Julieta”. El poder de una obra teatral no solo está en el texto, sin desmerecer este, sino también en la capacidad trasformadora del director y en la creación y creatividad de los actores. En su capacidad de ayudarnos a descubrir el valor de un personaje más allá de sus múltiples representaciones.

Los freak show o circo de los horrores eran macabros espectáculos que se realizaban en Europa y Latinoamérica hasta fines del siglo XIX. El espectáculo, a diferencia de los circos de animales, consistía en mostrar “abominaciones” tales como la mujer barbuda, los siameses, hombres deformes, etc. Las historias de sufrimiento que había detrás de cada personaje quedaban alejadas del público y este solo se concentraba en el aspecto físico. El dramaturgo argentino Martín Giner usa esta realidad para crear una de sus piezas teatrales más celebradas, “Freakshow”, una comedia que raya en lo absurdo, pero que esconde una pregunta importante y que también se convierte en una crítica: ¿Que tan gracioso es de lo que tanto nos reímos? ¿Es una risa o una burla de los demás y de nosotros mismo?
Esta obra, junto con “Terapia”, son las más representadas del autor a nivel internacional con diversos matices, con lo cual es un gran reto llevarlas a escena.

El pasado 21 de marzo se estrenó en Piura “Freakshow”, a cargo del grupo Pares Teatro bajo la dirección de Arnaldo Quitana, quien además interpretó al tierno y tonto Cecilio Cornamaneja, y con las actuaciones de  Stefany Cienfuegos como Josefina y Edenilson Roman como el Presentador.

La puesta en escena muestra un sólido crecimiento respecto al anterior trabajo del grupo con la obra “Terapia”. La distribución de espacio estuvo bien planteada, aunque se debió considerar el uso de menos elementos que por momentos distraían la atención del público. El sonido y las luces, así como la ambientación (letrero de circo, payasos y contorsionistas de teloneros) demostraron una importante preocupación por los detalles que pocas veces se ha visto en puestas anteriores en Piura, aun cuando no se trataba de una pequeña sala sino de un auditorio. He aquí que se puede observar la buena producción del grupo.

La obra inicia con un monologo del Presentador respecto a los “Horrores” y a una extraña maldición que afecta a una familia por generaciones. Esta maldición dicta que cuando uno de los integrantes varones se enamora, sufre de delirios que los llevan a creer que son superhéroes y mueren en su intento de hacer cosas imposibles. El peso escénico de Edenilson Román, en este personaje, aportó en el monólogo inicial una dosis siniestra y grandilocuente que lamentablemente no se sostuvo durante la obra y que hubiera sido interesante ver; sin embargo, su forma de empatizar con el público suplió en parte esta ausencia.

Josefina en esta obra es un personaje discordante, parece vivir en un mundo alterno de perfección y belleza creadas a su antojo por el Presentador al estilo de una marioneta. Stefany Cienfuegos aportó simpatía y dulzura al personaje, pero aún es necesaria una mayor fuerza interpretativa y superar detalles como la dicción y el movimiento.

Mención aparte merece Arnaldo Quintana en la dirección y el protagónico. En cuanto al papel de Cecilio, es muy complicado interpretar el personaje de un tonto, sin que sea repetitivo y cliché, y Arnaldo lo logró muy bien, hizo un personaje entrañable y con el peso interpretativo correcto sin tornarse aburrido. En cuanto a la dirección, es bueno recordar que menos siempre es más y esto se vio bien reflejado en la puesta, que contaba con buen ritmo, buena línea dramática, interesante ruptura de la cuarta pared, buena química entre los actores. Solo se hizo necesario una marcación mayor en los cambios de espacio y en las repeticiones de la escena.

Hacer una obra compleja en el manejo de las emociones, como “Freakshow”, es muy complicado y es un riesgo que merece ser aplaudido y felicitado. Eso nos lleva a pensar que estamos creciendo y que seguimos por muy buen camino teatralmente. Pares teatro es un buen ejemplo de cómo la creatividad, los detalles y el esfuerzo generan un buen producto teatral.

Katiuska Granda
Piura, 30 de abril de 2018

sábado, 28 de abril de 2018

Colaboración regional: OSHTA Y EL DUENDE 2


La magia de un buen cuento

Consumir teatro en Tacna, lejos del vacuo Teatro Municipal, es cada vez más frecuente con el paso de los días. Podemos hasta decir: “Semana que falte teatro, ¡no hay!” Todos tenemos un “huarique” favorito, un escondrijo culinario cuya sazón, no la imita nadie. Es igual en el teatro: cada espacio, cada propuesta tiene su toque, su gracia, su “sazón”; el aventurarnos a descubrir la sazón teatral de nuestra ciudad es nuestra misión como espectadores jóvenes.

Uno de los más recientes proyectos en ejecución del Grupo Teatral Deciertopicante, la Sala Teatral “Cuadra 21”, nos ofrece un banquete teatral durante los meses de marzo, abril, mayo, junio y julio en el marco de su “VIII Festival de Teatro Infantil y Juvenil DCP 2018”, exhibiendo diferentes obras de la agrupación dirigidas al público familiar.

La temporada inicia con “Oshta y el Duende 2”, una adaptación del cuento de la autora limeña Carlota Carvallo de Nuñez, que relata la historia de “Oshta” (Rocío Moreno), un alegre y vivaz niño campesino, que se inicia en sus obligaciones familiares y comunales mediante el cuidado de sus “ovejitas” con su amigo el Gavilán (Ernesto Calderón) y que será continuamente acechado por diversos personajes de la mitología andina, como el Zorro (Roberto Palza), el Puma (Jaen Mendoza), la Culebra (Doris Ramos) y la astuta magia del Duende (John Cahuana), para finalmente reunirse con su Mamá Silveria (Katherine Soto); un diverso elenco de actores que bajo la dirección de Roberto Palza y un acompañamiento musical acústico en vivo, nos transportan a este mágico mundo de los andes, que siempre, siempre nos da profundas reflexiones acerca de la convivencia, la familia, la vida y el origen de las cosas.

La obra tiene una duración de 50 minutos, es extensa y con bastante texto, teniendo en cuenta que se dirige a niños; esto se presume por el tipo de lenguaje empleado, las dinámicas y las canciones que acompañan, pero son estos mismos recursos y en especial, la tenaz actuación de Rocío Moreno como Oshta, quien inteligentemente utiliza el papel de cuidador de ovejas para “arrearnos” de manera divertida una y otra vez dentro del progreso de la historia, hasta que concluye con una celebración entre público y actores.

Es menester mencionar que, en la función del día domingo 15, no se pudo apreciar un trabajo luminotécnico notable, teniendo en cuenta que este recurso nos ayuda a no escapar de la mágica atmósfera que los actores/músicos con gran esmero logran construir en escena. 

Ir a ver “Oshta y el Duende 2” y participar del “VIII Festival de Teatro Infantil y Juvenil DCP 2018” es una opción por demás, saludable y recomendable.

“Oshta y el Duende 2” se encuentra en temporada los domingos 29 de abril, 06 y 13 de mayo a las 5:00 p.m. en Sala Teatral Cuadra 21 (Calle Alto Lima #2128) y a partir del domingo 20, otra obra del Festival en mención ocupará su lugar.

Luis Ramírez
Tacna, 28 de abril de 2018

Crítica: PINOCHO VAGAMUNDO

Una aventura más para el niño de madera

“Pinocho Vagamundo” es la nueva propuesta escénica presentada por el grupo teatral Palosanto, dirigida y adaptada por Ismael Contreras. El elenco está conformado por Yasmine Incháustegui, Jano Herrera, Juan De Los Santos, Francisco Duma y Luis Alzamora, quienes interpretan diversos personajes durante la función. Palosanto es una Asociación Cultural fundada en el 2008 y dedica su trabajo al público familiar e infantil, adaptando obras de clásicos universales (como en este caso) y de autores peruanos.

El Centro Cultural CAFAE abre sus puertas a las 5 pm y el público es numeroso, en su mayoría compuesto por familias completas de padres e hijos. CAFAE se caracteriza por la forma ordenada con la que organiza a los espectadores que acuden a su teatro los fines de semana. Al igual que en su anterior estreno de marzo, “La Zorra Vanidosa”, Ismael sale de entre el público y se dirige a los asistentes para hablarles sobre la importancia que tienen los padres en convertir a sus hijos en espectadores activos y que disfruten los espectáculos sin romper la concentración de los actores. Esta manera tan generosa de proceder habla muy bien del trabajo de la asociación Palosanto, pues demuestra su compromiso para la formación de público teatral responsable. Además, siempre se reserva las primeras filas del auditorio para los niños.

La escenografía y los elementos utilizados para la ambientación de las diferentes escenas representan sencillamente a la marca de las producciones de Palosanto, y en este caso, es perfecta para ambientar una historia como la de Pinocho: un ambiente bucólico con elementos de la naturaleza, pero sin llegar a la exageración de los mismos. Sin embargo, es importante mencionar que en la primera escena no queda del todo claro cómo los elementos de la escenografía corresponden a la historia de Pinocho, hasta que el mencionado niño hace su aparición junto con Gepetto y su consejero Pepe “El Grillo”. Las actuaciones son creíbles y emocionan al público infantil, que no para de reír y gritar en cada una de las escenas, pero que los actores llegan a resolverlas de manera fluida. Además, es interesante cómo Jasmine representa al protagonista, el niño de madera, y lo hace de manera transparente y real.

Los juegos de luces son precisos e iluminan lo justo para no opacar el maquillaje que utilizan los actores. Es interesante cómo el personaje de Pepe “El Grillo” no es humanizado como en otras puestas de la misma historia, sino que el actor imita los sonidos de un grillo verdadero, siendo Pinocho quien “interpreta” sus palabras. Además, este Pinocho versión Palosanto está sujeto a más situaciones dramáticas que cómicas, llegando a cautivar al público y empatizar especialmente, con los más pequeños.

“Pinocho Vagamundo” se encuentra en temporada hasta el 22 de julio, y se presenta en el auditorio del Centro Cultural Cafae, Av. Arequipa 2985, San Isidro. Las entradas pueden ser adquiridas en mismo día de la función, los días sábados y domingos a las 5 pm. Quisiera agradecer a la productora de la Asociación Cultural Palosanto, la señora Cecilia Zapata, quien siempre agradece mi asistencia como parte del equipo de Oficio Crítico.

Enrique Pacheco
28 de abril de 2018

viernes, 27 de abril de 2018

Colaboración especial: CLASE MAESTRA


CON MAURICIO KARTUN

"El artista solo hace cosas interesantes cuando hace lo que no sabe.” 
H.M.

“Un cuadro es una sucesión de destrucción. Hacer algo implica romper.”
P. Picasso

La noche del 25 de abril a las 8 pm, teniendo como sede el Teatro La Plaza y bajo la producción de “Sala de parto 2017”, el dramaturgo y director Mauricio Kartun tuvo a cargo una clase maestra sobre la necesidad de errar para la creación. Dicho evento convocó a muchos creadores en un suceso, donde el tema principal pasaba por el “errar y corregir como una inseparable dialéctica productiva”, en una clase titulada "Corregir creando, crear corrigiendo. Un elogio del errar en la creación artística." Entre los asistentes: estudiantes, jóvenes aspirantes a dramaturgos, actores profesionales, dramaturgos peruanos, directores de teatro independiente y de texto. Toda una variedad de personalidades del medio.

Para desarrollar el tema, el autor se vale de algunas anclas que le permiten llevar la clase de una manera fluida pero ordenada. El error, la corrección o decantación están entendidas en su función dialéctica, en tanto una produce y necesita de la obra para crear.

La primera y eje motor de la clase fue:
El error:

El autor reflexiona sobre la carga peyorativa que la sociedad impone al error. Hoy en día, en esta sociedad compulsiva de reproducción, es una revolución dar tiempo para errar. Ese es el continuo origen del arte de lo nuevo. El artista no solo convierte la materia en poética; que invita hoy a la pausa, al encuentro, etc.

Kartun señala que “hacer arte es estar contra sistema. Los artistas establecemos un lugar en donde nos permitimos equivocar. Tiene que ver con una manera de entender el trabajo artístico en su singularidad. La acción de un artista es siempre contra sistema, la simple hipótesis de aceptar en empezar una tarea pensando en que te va ir mal y lo vas a dejar; o que te va ir mal y lo tienes que cambiar. Es simplemente impensable en cualquier otro estamento del sistema. El artista trabaja instalando un sistema que es el trabajo sobre el error. Entender que toda exigencia de acertar es solo posible en la medida que se repite. Pero que toda posibilidad de hacer algo que no está contemplado en leyes anteriores supone el paso por el error. Que en caso, aquella posibilidad de pasar por el error no se compadece de la angustia que recae en pensar que equivocarse está mal. A veces cuesta entenderlo.”

Sobre el termino ERROR, precisa que “el origen de error es: errar, vagar; el trabajo del artista es andar, errar. Cualquiera que quiera pensar debe caminar. Cuando nos centramos en aquel acto narcisista de los límites de nuestro YO, no es un lugar para crear".

Señala también sobre el término de la palabra ACERTAR, que “acertar viene de la palabra cierto, es proveniente de la palabra cernir, decantar. Lo interesante del cernidor es que si bien quedan divididos, una cosa de la otra, quedan las dos. Está el error y el acierto sin comprender que una contiene a la otra.”

Según Kartun, uno de las primeras tareas del artista es “familiarizarse con el error, para poder observar en el proceso y seleccionar.”

Nos recuerda, también, que el gran aporte del teatro es volvernos a encontrar sin mediaciones tecnológicas. Señala que “frente a la hipótesis de la comunicación actual, el hombre sigue encontrándose bajo el rito del contar alrededor del fuego. Hoy hemos empezado a vivir y recibir relatos en soledad.”

Ante todo ello, la presencia del actor y su trabajo es descrito como “milagroso” y continúa: “Ir a ver teatro es un acto de revalorar la memoria.” No sin dejar de contarnos, en medio de anécdotas sobre su infancia y el colegio, aquel miedo fundado por la educación. Y aquel rechazo con el que se nos conduce y perfila para temer a errar o perder desde pequeños.

Errar es el primer punto en aquella estructura que ordena esta clase. El fracaso como detonante para crear. Kartun nos cita a Heiner Müller: “El artista solo hace cosas interesantes cuando hace lo que no sabe.” Aquel desequilibrio y conflicto, aquel principio de incertidumbre que puede resultar angustiante, al final genera algo nuevo.

El Corregir:

El segundo paso es CORREGIR, y este implica pensar claramente aquel flujo creativo y decantar. Para ello nos cuenta su técnica personal, para saber que decantar. Esta pasa por reconocer aquel “fragmento virtuoso” o “material con aura”, como él lo llama. De este modo lo lleva a descubrir que “todo aquello que queda fuera del fragmento virtuoso es error.”

La creación está compuesta por dos momentos o dualidades; que sin más, nos recuerdan al paradigma de los griegos que señalaban lo dionisiaco y lo apolíneo. Uno como aquella festividad de la embriagues o flujo de caos, y otro como aquel equilibrio en base al orden de aquel caos donde se hallaba el conocimiento. Estos dos momentos, según Nietzsche, ya entonces los pensaba desde el arte. Aun cuando la perfección en este, es tan compleja como el equilibrar un ser humano.

El flujo para Kartun está relacionado a la fiesta, que es en sus palabras “uno de los lugares donde es posible colocarse en modo sagrado. Modo entusiasmo. El festejo resulta el principio que denota sacralidad y la creación de algo.” Aquel segundo momento es la corrección racional por la que pasamos aquel flujo de creación desde el conocimiento.

Esta dualidad, es necesaria. Corregir para Kartun no es más que “aceptar la hipótesis de ser dos.” El flujo que dota de lo sagrado y necesario para la trascendencia y lo técnico y racional que aterriza y ordena. El equilibrio solo es posible desde aquel desequilibrio, el caos en otros términos es imprescindible para “crear” un “nuevo” orden.

Señala que el término equívoco viene de “dos voces iguales o equivalentes. Continuamente los artistas estamos creando dos voces iguales que hablan de algo diferente.”

A manera de ejemplo, nos comenta cómo la sociedad ve frecuentemente en la figura del rey como de derecha, cuando el rey pertenece a la utopía del sueño. Y aquella figura del corregidor existente en aquellos tiempos, lo devolvía a la realidad de sostenibilidad de aquellas locuras. En base al ejemplo, dice: “No existen buenos artistas que sean solo reyes, ni buenos artistas que solo sean corregidores. En realidad de lo que se trata es de este encuentro dialéctico.” Para Kartun, es aquel duplo que busca el espectador en el teatro.

Dice además, que “algunas artes no pueden entenderse sino desde el Error.” En ejemplo, el pintar: es una rebelión contra aquella huella anterior. El pintar es resultado de cada trazo anterior. “Cada trazo modifica el trazo anterior. El trabajo de un artista plástico continuamente es avanzar sobre lo anterior. Cada trazo puede ser pensado como un error corregido.  No podríamos pensar un cuadro, sino como una sucesión de errores corregidos a una velocidad asombrosa. Por lo tanto está creando haciéndose cargo.” Citando a Picasso: “Un cuadro es una sucesión de destrucción. Hacer algo implica romper.” 

Con la mayor seguridad de errar, puedo decir que ha sido una noche amena donde los asistentes nos hemos reído del error. Entre historias, sabiduría y anécdotas teatrales hemos tomado conciencia a la vez de la necesidad dialéctica de error y corrección necesaria para crear.

Kartun afirma a manera de reflexión, que “mi trabajo es escribir, no terminar obras.” Frase que resulta cercana a cualquier artista escénico de hoy. Es desde el proceso (de intento y fracaso) que observamos las otras posibilidades. Señala que “siempre vas a escribir con palabras que ya escribiste o repetirás palabras que ya utilizaste. Hay que bajar la convicción que escribir bien es utilizar los términos correctos en la oportunidad”, pero para crear es necesario pararnos en aquel desequilibrio, pararnos en aquella crisis y buscar de esta sostenibilidad de la corrección. En aquel choque dialéctico surge la creación.

“Escribir teatro es producir una impresión imaginara, por medio de todos los sentidos, plasmada en el papel.” 
Mauricio Kartun

Kiara Jossilú Castro Béjar
25 de abril del 2018

lunes, 23 de abril de 2018

Crítica: LA CANTANTE CALVA

Decirlo todo sin decir nada

La Cantante Calva es una pieza teatral escrita por Eugene Ionesco, la cual representa una corriente literaria denominada Teatro del absurdo*, propia del siglo XX. En esta oportunidad, el director Paco Caparó presenta esta propuesta en el Club de Teatro de Lima.

Lo interesante de esta puesta es lo hilarante e ilógico de sus diálogos. Como es propio de este género teatral, se busca exponer los dilemas del ser humano de hoy en día a través de la sátira. En principio, da la impresión de ser una obra fútil y sin sentido, no obstante, es allí donde radica su núcleo. Ahora bien, en este tipo de representaciones el elenco es una pieza clave para desarrollar la narrativa y situar al público. En este caso, el reparto lo conforman Fabiola Coloma, Cintia Díaz del Olmo, Omar del Águila, Santiago Giraldo, José Ferguson y Jhosep Palomino, quienes al construir personajes sólidos y al mismo tiempo divertidos, hicieron que la obra cobrará mayor sentido.

Una trama que revela problemas tan cotidianos, como lo es la ausencia de una comunicación real y eficaz entre los seres humanos modernos, es desarrollada en los conflictos y enredos de los Smith y los Martin en la puesta. Proyectando lo banales que pueden llegar a ser las relaciones interpersonales, la comunicación y entendimiento entre unos y otros. Otro detalle es el hecho de agregar los celulares como elemento que representa el medio digital que nos invade actualmente; sin embargo, debido al vestuario de los personajes (propio de los años cincuenta) se producía una incoherencia en cuanto al aspecto visual y, aunque se comprende que (los celulares) muchas veces obstruyen la comunicación directa, se notaba esa disparidad.

La Cantante Calva es una puesta divertida, arriesgada, que trata una problemática de hoy; la falta de comunicación o, en su defecto, el mal uso que hacemos de ésta al momento de relacionarnos. Mediante un lenguaje que, sin decir mucho lo dice todo, esta obra refleja lo que estamos perdiendo como humanos, como sociedad; así como, nuestra incapacidad de reconocernos y expresar lo que pensamos y sentimos.

*Este tipo de teatro tiene fuertes rasgos existencialistas y cuestiona a la sociedad y al hombre. La incoherencia, el disparate y lo ilógico son también rasgos muy representativos de estas obras comunes. (Consultado en la web)

Maria Cristina Mory Cárdenas
23 de abril de 2018

domingo, 22 de abril de 2018

Crítica: LUMPENENSES: LA MARCHA DE LOS INSECTOS


El mundo íntimo de Lumpenenses

Ocho historias personales unidas por un solo contexto: la marcha de los cuatro suyos. Este es el marco de la obra Lumpenenses: la marcha de los insectos,  escrita y dirigida por Alejandro Alva con lugar en el teatro Ricardo Palma. La propuesta nos trae la revisión de aquel capítulo de nuestra historia desde la situación de cada uno de los personajes, conectando las historias a través de la gran coyuntura que provocó una de las marchas más importantes del país.

La puesta en escena está estructurada por una serie de escenas donde se ve a cada uno de los personajes en dos tipos de situaciones: una “careta” pública en contraposición de una situación íntima, donde podemos ver las verdaderas necesidades de cada uno. Como propuesta, es interesante porque nos presenta no solamente a los personajes como víctimas de una coyuntura política, pues desde la dramaturgia hay un especial enfoque en mostrar la lucha personal de personajes de todo tipo de condición: políticos, profesionales, ambulantes, etcétera. 

Las contradicciones que la obra propone en cada personaje, si bien fueron construidos con particularidades y características peculiares, no las vi consolidadas en casi todo el elenco. Es decir, si bien las escenas nos informaban sobre la doble moral de cada uno, los actores se notaban un poco técnicos en aquellos momentos de quiebre que todos tuvieron a lo largo de la obra o, como se suele decir, ellos se mostraban un poco “fríos”, algo que le quitaba un poco  de ritmo a la obra.

El paso entre cada escena fue técnicamente ordenado, aunque se puede mejorar en cuanto a la precisión en elementos tecnológicos que acompañan la puesta. Al tratarse de una obra en donde tenemos un conjunto de escenas claramente diferentes, una tarea importante es lograr la unidad como montaje, pudiendo crear una fluidez rítmica en el transcurso de ella. Sin embargo, a veces ocurría que el paso entre escenas era un poco largo, lo que cortaba el flujo del montaje entero, y producía una sensación de estar viendo una obra intermitentemente.  Es importante este punto, pues un desajuste como este puede opacar todo un trabajo que definitivamente una obra como esta ha ido acumulando.

Definitivamente, el mayor aporte que considero esta obra nos trae es el de traer a la actualidad un hecho histórico como fue la marcha de los cuatro suyos. Es reconfortante ver una propuesta escénica donde no se busca regodearse en la victimización que un hecho como este pueda tener, sino que se pretende y se logra mostrar la lucha independiente de personas con las que todos lidiamos todo el tiempo: periodistas en la televisión, vendedores ambulantes, políticos, que a su vez son hijos, madres, padres y esposos que tienen más de un enredo por resolver en sus vidas. Me quedo con un hecho fundamental mostrado en el montaje: cada uno tiene su propia lucha, sin importar las apariencias buenas o malas que individualmente puedan proyectar.

Stefany Olivos
22 de abril de 2018

sábado, 21 de abril de 2018

Crítica: NOVECENTO

Navegar sobre el texto

Un monólogo de fraternidad: un amigo que cuenta la vida de otro, extraordinario pianista que nunca pisó tierra firme, sino que navegó dentro de un barco toda su existencia. Así, Novecento, se construye ante nosotros, como personaje y espectáculo, desde la voz de un narrador comprometido con su relato, porque desata en él un amor inolvidable.

Sobre el escenario, el piano y el pianista que hace resonancia a las sensaciones expuestas por Jorge Armas, encargado del extenso monólogo. En su elaboración, el actor expone su bagaje técnico, encara al público con personalidad ofreciendo bailes, cambios de ritmo, juego de voces y diversas reconstrucciones corporales y posturales, para dar vida a cada personaje involucrado en la historia de Novecento. Esta propuesta, aunque plausible por su innegable esfuerzo y atrevimiento, cae por momentos en la monotonía de la forma, debido a que la extensión del texto desnuda los recursos externos y hace perder conexión entre el espectador y el narrador. La espectacularidad se torna agotadora y solo cuando Jorge deja de lado el movimiento e interioriza, ubicamos verdad en medio de las palabras.

A pesar de lo anterior, Novecento tiene momentos de gran aplomo y es cuando se explota la interacción entre Jorge y Louis, el pianista. A pesar del silencio del músico, el actor encuentra un estímulo concreto sobre el qué trabajar e inician secuencias donde el texto se torna música y el vibrar de las notas reivindica las palabras del actor. Conjeturas entre dos artes que nos guían hacia un espectáculo más sensorial que narrativo.

Por otro lado, a Novecento, como puesta en escena, le cuesta romper con su esquema de luz y color. El carácter funcional del arte monocromático, otorga unidad a la obra, pero le resta ritmo visual. Asimismo, la luz, que llena el escenario de un tenue que casi no varía y los cambios que propone suceden inorgánicos, como la sombra final que tuerce un pedazo de tela, composición que se pierde en el estatismo del texto y el color.

En definitiva, Novecento  trae consigo una historia fantástica y la dirección propone vivirla desde las destrezas del actor y el músico; en ese sentido, la interacción entre ambos funciona más que la práctica individual de cada arte, la armonía hace crecer un texto complicado. Así, Novecento tiene mucho por desarrollar y muchos recursos para hacerlo.

Bryan Urrunaga
21 de abril de 2018

martes, 17 de abril de 2018

Crítica: JUAN SIN MIEDO


El hombre que conoció el miedo

“Juan Sin Miedo” es una puesta en escena inspirada en el personaje del mismo nombre en los cuentos clásicos de los hermanos Grimm; la obra es producto de una adaptación de la dramaturga y poeta peruana Gimena Vartu para la Asociación Cultural Camisa de Fuerza y está dirigida por Willy Gutiérrez. Los actores principales son Ernesto Ayala, Katya Castro, José Antonio Curotto, Luis García y Karen Martínez.

La obra empieza con la audiencia llenando casi en su totalidad los asientos del Auditorio Dai Hall del Centro Cultural Peruano Japonés y compuesta principalmente por familias enteras; un mimo inicia el espectáculo invitando a los niños, mediante juegos de palabra, a pedirles a sus padres apagar sus celulares previa la presentación. Es interesante el esfuerzo de la asociación para montar la escenografía para un ambiente que no es del todo un teatro a tiempo completo, pues se trata de un espacio usado como auditorio en la cual no se cuenta, por ejemplo, con un telón. A pesar de ello, los elementos y objetos incorporados en el escenario recrean a la perfección un ambiente bucólico-medieval, propio de las historias de los hermanos Grimm.

Luis García interpreta al personaje principal de Juan Sin Miedo, un chico cuya personalidad resaltante es la de no atemorizarse ante ninguna circunstancia y por lo tanto, le es imposible sentir el miedo. La obra es una serie de circunstancias en las que el personaje atraviesa una serie de situaciones, a veces irónicas y otras veces críticas, en las que nunca se inmuta ni siquiera ante el peligro de la muerte. Las actuaciones son creíbles y al fiel estilo de Camisa de Fuerza, se fuerza mucho el humor y la interacción con los niños. Los juegos de luces son modestos. Los niños intervienen mediante sus gritos en todo momento, en especial, en escenas en las que sienten que a Juan le puede suceder algo malo. Los actores interpretan varios personajes sin dejar en el espectador la sensación de desasosiego por el cambio evidente y los vestuarios han sido bien trabajados desde el punto de vista del color y la calidad.

La temática de la acción dramática nunca llega a incomodar, pues siempre Juan tiene que enfrentarse a situaciones nuevas, pero el giro que toma la historia al final es realmente inesperado para la audiencia: consigue tener miedo, miedo al amor. Es realmente un desenlace que emociona al público. Estos finales inesperados y poco “predecibles” son una marca de las obras de la asociación cuya obra a inicios de año, “Pinocho en el Circo” tuvo un final parecido: la compasión como valor universal.

Enrique Pacheco
17 de abril de 2018

Crítica: EL NIÑO DE JUNTO AL CIELO


Un cielo de inocencia

“El niño de junto al cielo” es una obra del escritor peruano Enrique Congrains, bajo la dirección de Carmen Armas y la adaptación del grupo EnEscena Teatro. Las actuaciones están a cargo de Carlos Garazatúa (y además, director del grupo teatral) como el niño protagonista Esteban, así como de Elizabeth Sánchez, Leo Rodríguez y Mijahil Arana.

Las puertas del teatro se abren puntualmente a las cuatro de la tarde y piden a los asistentes formarse en fila para organizar mejor el ingreso. El público no es mucho por tratarse de un día feriado, pero se compone de familias enteras de padres e hijos. La espera se da en un ambiente musical muy alegre, compuesto de canciones criollas y un huayno, dando a entender que la obra giraría en torno a Lima y la migración.

La obra en general es sucinta, pero con gran contenido y la temática principal es la inocencia del niño Esteban, un migrante que vino desde su ciudad Tarma a vivir en la ciudad “del millón de cabezas”, al cerro del Agustino en Lima. Su madre, símbolo de amor y tenacidad frente a la adversidad, tratará de proteger a su hijo de las maldades de una urbe en donde la ternura e inocencia de un niño no son apreciadas, sino más bien aprovechas.

La escenografía es sencilla, no cuenta con muchos elementos, más que una silla y mesas de comer que simulan la vivienda de Esteban; por otro lado, el vestuario sí que es cuidado y es evidente el esmero del grupo de teatro en aproximarlo a los de una Lima de mediados de los años 50 o 60. Tanto Esteban como su madre, muchas veces, bajan desde el escenario y no pierden el sentido de la cuarta pared teatral. Las actuaciones son buenas y creíbles, sobre todo por las expresiones faciales de Esteban y el uso de un humor particular en algunas escenas. Existen varios juegos de palabras o una simulación de persecución que genera muchas risas entre todos los espectadores. Una actriz, a lo largo de la obra, es la voz de la conciencia de los personajes y guía al público sobre las diferentes situaciones y transformaciones emocionales por las que ellos atraviesan, especialmente madre e hijo.

Sin embargo, el final de la historia da un giro desgarrador para el público que queda en silencio: es la tragedia de Esteban, el niño cuya ternura es traicionada por la maldad de una amistad engañosa. La iluminación es modesta, pero necesaria y no exagerada. La despedida de los actores es sencillamente única, pues no solo se despiden, sino que lo hacen personalmente y agradecen a cada uno de los espectadores su asistencia a la función.

“El niño de junto al cielo” se está presentando en una muy breve temporada este mes de abril, los días 21 y 22 a las 4pm en la Asociación de Artistas Aficionados (Jr. Ica 323, Centro Histórico de Lima). Es importante mostrar nuestro reconocimiento a Carlos Garazatúa, quien al final de la presentación muestra un agradecimiento a mi persona por parte de Oficio Crítico, por haber venido a apreciar su obra.

Enrique Pacheco
17 de abril de 2018

lunes, 16 de abril de 2018

Colaboración especial: CUER2 TEATRO


Entrevista con Roberto Sánchez-Piérola Vega

Dramaturgo y director de CUER2 Teatro
Ejemplo de teatro independiente y exploración continua de la forma desde hace 18 años

La Casa de la Literatura Peruana ha acogido tres propuestas de CUER2: el taller interdisciplinario “Materialidad de la escritura en el espacio”, del sábado 7 de marzo hasta la muestra del sábado 7 de abril; el estreno de la obra “Encuentro con Quién”, que va todos los domingos de abril a las  7.30, bajo la modalidad  de entrada libre; y la “Escuela de Espectadores”, que empieza a desarrollarse en las fechas 15 y 29 de abril, 13 y 27 de mayo,  10 y 24 de junio en la Casa de la Literatura.

He podido experimentar una interesante entrevista con el director y fundador de CUER2. Roberto nos comenta las etapas por las que ha pasado este grupo y sus evoluciones en la búsqueda de otros lenguajes:

“La maestría que hice en Londres me dio la oportunidad de tomar distancia para mirar el proceso de CUER2 y así entenderlo de otra manera. Ahora me coloco de otro modo en mi hacer presente y futuro. En el 2018, CUER2 está entrando a su tercera etapa.”

Nos cuenta un poco de las etapas por las que ha pasado CUER2: “La primera, comprende desde la fundación en 1999 hasta el año 2012. En esa etapa, el ideal era formar un grupo estable y permanente que vaya capitalizando los aprendizajes de los procesos creativos y de investigación.

La segunda etapa supera los entrenamientos colectivos y procesos grupales de formación continua. Va desde el 2012 hasta el presente, y se cierra con las funciones de esta última obra, “Encuentro con Quién”. Con ella concluyen los procesos modernos (unitarios, completos, cerrados, autónomos) de creación de obras. CUER2 culmina esta segunda etapa redefinido como un proyecto artístico abierto, un modo de hacer y concebir el teatro a partir del encuentro.

Explica cómo el taller de la “Materialidad de la escritura en el espacio” es un primer momento del proyecto “Escritura, Espacio y Poder”, y así se abre la tercera etapa.

CUER2 la inicia asumido como lo que siempre ha sido: un lugar de confluencia para el desarrollo de procesos de investigación teatral rigurosos, que responden a su contexto de manera creativa, y en los que el eje central es la búsqueda de lenguajes teatrales eficientes. A partir de la estimulación de la imaginación del otro, buscan los modos para hacer que los imaginarios personales se manifiesten y se pongan en juego en relación con el imaginario colectivo. En ese sentido, los tiempos propician modos de creación postmodernos, abiertos y rizomáticos, así como exploraciones interdisciplinarias, para CUER2, expandiendo sus horizontes en sus desafíos y cuestionamientos.

La pregunta por la relación entre la escritura y el espacio surge con la materialidad del espacio, en el caso particular del taller, la casa de la Literatura Peruana y algunos espacios en la estación Desamparados fueron la sede de esta exploración". Según el director: "Estos pedían ser habitados y fueron respondidos desde un consciente encuentro con estos.”

Para ello, CUER2 lanzó una convocatoria abierta artistas, con experiencia en diferentes disciplinas, para investigar formas de escribir en estos espacios. Con este taller empieza un modo diferente no sólo de concebir una propuesta teatral, sino también los procesos creativos. En este caso, se investigó lo teatral como puesta en escena de una escritura. Actuar implicaba escribir.

Nos cuenta más sobre los principios en la exploración dentro del taller:

“El taller ha girado en torno a tres ejes. El primero: explorar los límites de lo que se puede entender por escritura. El segundo: aprender a escuchar el espacio a intervenir para poder responderle. El tercero: experimentar con diferentes materiales para escribir en el espacio.”

Así se articula el punto de partida para la nueva exploración de CUER2, que gira en torno a la escritura, el espacio y el poder. La investigación empieza ejercitando y probando las formas con las cuales se trabajará ciertas inquietudes. “Tengo proyectado hacer un segundo taller abierto dedicado al territorio y el poder, en el cual se aplicarán las herramientas desarrolladas en el primero. Pero, entre taller y taller, la idea es ir desarrollando las investigaciones iniciadas en el anterior. Mis intereses como artista son actualmente estos asuntos, inspirados por la Casa de la Literatura Peruana y enmarcados en un contexto sociopolítico global en que las relaciones entre escritura, espacio y poder parecen ser determinantes para el futuro de las comunidades culturales. La naturaleza de estas relaciones exige entonces procesos creativos ad hoc  y propicia la puesta a prueba de mis búsquedas formales tanto en el plano del desarrollo de materiales escénicos (transmutaciones) como en el plano de su dirección y composición (periformación). Esta última me interesa particularmente en tanto que plantea un tipo de relación con el receptor de la obra basada en la estimulación de la imaginación, poniendo en juego la función transformadora del arte.”

“Encuentro con Quién”, con dirección de Roberto Sanchéz- Piérola Vega. Actuación de Roly Dávila y música en vivo de Caleb Ríos.

Sobre la nueva obra y tránsito a esta etapa en CUER2, nos explica que los puntos de partida de CUER2 han sido siempre las búsquedas formales en torno a diversas técnicas teatrales. En este caso, nos comenta, el director estaba interesado en probar los límites de un concepto clave en la poética de CUER2: la disindividuación, el cuestionamiento sobre el estatuto del individuo. Encontrando a este, por definición como aquel que no se puede dividir, la búsqueda se ha orientado hacia el sujeto dividido, escindido y múltiple. En línea con los reclamos de Artaud, deja de lado la psicología para buscar cuerpos significantes.

Roberto señala: “Mis obras no presentan personajes a la manera convencional, sino más bien “figuras”, una instancia que supera la psicología individual para abordar las otras capas sintetizan la complejidad de los seres humanos. No son personajes  psicológicos los que me interesan, sino las formas en que los cuerpos muestran los efectos de contextos mayores. A partir de mundos ficticios se ilumina nuestra relación con la realidad, ya sea cuestionándola o planteando otras alternativas.

“La disindividuación, entonces, investiga los diferentes modos en que un actor puede trabajar en escena; por ejemplo, por medio del sincretismo (varios actores representan a un mismo personaje), la desmultiplicación (un actor representa varios personajes), representando arquetipos, etc. Todo esto implica la “desaparición” del actor en escena para  dar prioridad a la acción.

En el caso de "Encuentro con Quién", el actor explora diferentes modos de componer los cuerpos de las figuras a partir de piezas de vestuario, utilería y máscaras-objeto creadas ad hoc para esta puesta. Se convierte en narrador y titiritero siempre visible, pero ya no solo al servicio de una historia de terceros, sino que es su propia historia la que intenta contar, una en la cual él mismo está involucrado, y para la cual tiene que ir asumiendo sucesivamente una serie de transformaciones. De ahí surge el tema de la memoria como pilar de la obra: la historia que se intenta narrar está también en construcción, así como los cuerpos que la habitan. Cuerpos que asumen diferentes formas, dependiendo del cronotopo en que se coloquen al tratar de recordar.”

CUER2 sigue en la Casa de la Literatura y quedan un par de domingos (22 y 29 de abril a las 7.30 pm. con entrada liberada) para ser testigos de esta obra, “Encuentro con Quién”, con la que culmina una segunda etapa de exploración.

Para conocer más sobre esta última obra, los invito a que accedan a un interesante análisis sobre esta: “Encuentro con Quién”, publicada en la revista virtual de arte y literatura: MOLOK, escrita por Javier Torres Marruffo:

Además, estemos atentos de la convocatoria para el segundo taller abierto (en la página de la Casa de la Literatura Peruana), donde se trabajará desde el actual proceso creativo.

Al finalizar la temporada, estarán ofreciendo funciones privadas a domicilio, que los interesados podrán llevar teatro a su casa para compartirlo con amigos en el momento que deseen. Contactar a cuer2.info@gmail.com

Además, están ofreciendo diversos talleres de “dramaturgia”, “confección de máscaras” y “coaching de actuación”, a la medida de las necesidades de los interesados. 

Para mayor información sobre los talleres y otras actividades de CUER2 en la página web: http://cuer2info.wixsite.com/cuer2 y en facebook  https://www.facebook.com/CUER2 . Y, por supuesto, no olviden asistir a la Escuela de Espectadores, en la Casa de la Literatura, una gran oportunidad de adquirir más herramientas para apreciar y disfrutar de todo tipo de teatro. Se abordan diferentes aspectos del teatro y se aplican para analizar las obras de la cartelera local,  de manera didáctica y amena.
http://www.casadelaliteratura.gob.pe/?p=26992

Kiara Jossilú Castro Béjar
16 de abrl de 2018

domingo, 15 de abril de 2018

Crítica: SINFONÍA INACABADA


En nombre del arte

“Por amor al arte” es una frase que parece extender su significado en la obra “Sinfonía Inacabada” del dramaturgo español Alejandro Casona. Bajo la dirección de Draco Santos Del Rosario, esta propuesta narra las vivencias de unos jóvenes artistas, quienes motivados por su vocación, harán lo imposible por alcanzar el éxito y reconocimiento.

Esta comedia dramática, sin duda, muestra la otra cara de la carrera artística, que en sus inicios suele ser un camino difícil y poco valorado, sobre todo en el contexto en el que se desarrolla la narrativa (Viena de 1814), con una escenografía precisa que traslada al público a aquella época. De hecho, el espacio permite la interacción del reparto con los espectadores, un detalle que siempre es bienvenido. Además, se logró un adecuado manejo del lenguaje poético propio del autor.

El elenco también fue una acertada elección, empezando por el personaje de Franz Schubert -interpretado con aplomo por Eduardo Bazán-; la energía y entrega de Bernardo Scerpella, en el papel de Juan Mayerhofer; el personaje de Pablo Kenner –interpretado con carisma y naturalidad por Edwar Reyes, y la versatilidad de Diego Salinas y Diana Chávez en sus distintos personajes. Completan el elenco Daniel Vela, Johan Velasquez, Giancarla Saavedra y Gretha Bazán, con buenas construcciones de sus roles.

De pronto, en ciertos momentos la vitalidad tendía a desbordarse; sin embargo, no opacó el desarrollo de la historia. Se logra captar la esencia de la narrativa, con un desenvolvimiento bastante ágil en escena. De este modo, Sinfonía Inacabada pone de manifiesto diversos valores como el amor, la lealtad y la amistad; además, las trabas que se presentan cuando se elige el arte como modo de vida, el temple y el carácter que un artista en formación debe mantener, el entorno social, que muchas veces no comprende la pasión y vocación del artista. Así como el entredicho entre continuar soñando y luchando por conquistar esos sueños, o abandonarlo todo para sobrevivir.

Finalmente, el público será quien desvele las distintas interpretaciones de esta obra. La cita es en la Asociación Campo Abierto en Miraflores, de viernes a domingo a las 8:00 p.m. hasta el 29 de abril.

Maria Cristina Mory Cárdenas
15 de abril de 2018