domingo, 4 de febrero de 2018

Crítica: PINOCHO EN EL CIRCO

Las decisiones de Pinocho

La Asociación Cultural Camisa de Fuerza nos trae por segunda vez, tras una breve temporada en agosto del 2017 en el teatro de la AAA, la muestra para público infantil Pinocho en el Circo en las distintas sedes del Centro Cultural Británico. Cuenta con Miguel Vergara en la dirección y a los actores Ernesto Ayala como Juan El Honrado, José Curoto como Stromboli, Luis García como Pepe el Grillo, Karen Martínez como la Hada Azul y a Katya Castro como la principal protagonista: el muñeco Pinocho. La adaptación es creación de Ángel Morante, quien ya ha abordado las aventuras de este muñeco en Pinocho y el Emperador de la noche (2017), en el mismo teatro del Centro de Lima.

El argumento central gira en torno a la conciencia del bien y el mal, y la complejidad de las consecuencias de estas decisiones. Pinocho, a lo largo de la obra, tiene que aprender a discernir sobre lo que es correcto de lo que no lo es, y al mismo tiempo, entender que una mala decisión le conllevará a nefastas consecuencias. Pepe el Grillo es la conciencia, la voz interna y quien por instrucciones del Hada Azul tiene que escuchar antes de aventurarse en alguna decisión; “siempre mira la estrella que soy yo”, así le genera confianza. Pinocho pasa a través de transiciones, desde la candidez e ingenuidad hasta el miedo y la culpa. Por otro lado, Stromboli, el antagonista de la muestra, logra engañar a Pinocho, por mediación de Juan el Honrado, y embaucarlo a través de un falso contrato para trabajar en condiciones de explotación para él en su circo; esto pese a las advertencias de Pepe El Grillo de no caer en el timo y desobedeciendo las claras instrucciones del Hada, quien le advierte la importancia de ser prudente ante el peligro.

Dentro de la acción dramática, aflora cómo la persistencia del error no es una definitiva condena hacia los personajes; estos pueden resarcir su gran desacierto a través de la redención que es representada por el Hada Azul, personaje que perdona en dos oportunidades: primero a Pinocho por su desobediencia de no querer ir a la escuela y caer en manos en Stromboli; y en segundo lugar, a Juan el Honrado, quien pese a ser el principal embaucador de Pinocho, decide liberarle de la jaula cuando cae en desgracia. Durante la muestra hay una relación interactiva con el público, a quienes se les permite dirigirse a los actores en cualquier momento de las escenas, generando una ambiente en el cual la conocida “cuarta pared” del teatro se muestra permeable ante un público específico: el infantil; de este se prestan muchos recursos escénicos y cuya opinión y cambios de humor, como gritos o risas, durante los diálogos de la obra son importantes, porque incluso llegan a complementarlos y cambiar extractos de los textos de los actores.

Pinocho en el Circo tiene una escenografía que optimiza el espacio: una jaula, un estrado de circo con el nombre del dueño, Stromboli, y una pared móvil del cual salen los personajes. No hay cambios de utilería entre las escenas, sino que los actores recurren a los elementos, con el auxilio del juego de luces, en el momento que entra en escena la acción. El sonido entra en consonancia con la musicalización de los personajes; entre cada escena, cada uno se presenta en una performance personal, con música, sus sumos valores que practican en la obra. El Hada Azul es la protectora de Pinocho y símbolo de perdón; Stromboli, el avaro que piensa en hacer daño; Juan el Honrado, la duda y obediencia a su amo pese al daño que hace. Pinocho en el Circo es una muestra impecable y muy recomendable, llena de música, emociones, interacción actor-niño y personajes con un lenguaje empático que genera un ambiente alegre e ininterrumpido de entretenimiento familiar.

Enrique Pacheco
2 de febrero de 2018

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