martes, 5 de diciembre de 2017

Crítica: ASÍ DE SIMPLE

La obra sobre los planos de pensamiento

Una nueva propuesta de comedia romántica llega al Teatro de Lucía con Así de simple, escrita por Bresso y Sofía González Gil y dirigida por Yanira Dávila. Tenemos en escena la historia de una pareja joven, Joaquín y Clara, que empieza  a convivir. Entre decisiones apresuradas y choques idealistas entre ambos, se van dando a conocer verdaderos sentimientos y formas de pensar de cada uno de los personajes.

La obra no propone una representación de una pareja de manera “convencional”: tanto Joaquín como Clara son representados por tres actores y tres actrices respectivamente, de modo que cada personaje se ve representado en tres planos distintos: social,  racional y  emocional. Era muy interesante ver estas tres “realidades de pensamiento” de cada personaje, una noción muy real de cómo funciona nuestra mente. Ningún plano anulaba a otro: ver el lado emocional y el lado racional diciendo cosas totalmente opuestas generaba una empatía agradable, provocaba las ganas de querer ver más de estas contradicciones.

Para que esta propuesta funcione, las actrices que representaban a Clara y los actores que representaban a Joaquín estaban vestidos de la misma manera. El hecho de que las tres versiones de los personajes hagan las mismas acciones todo el tiempo como, por ejemplo, amarrarse y soltarse el cabello, o sacarse alguna prenda funcionó perfectamente para invitar al espectador a aceptar el código que la obra propone: los actores realizaban estas sutiles acciones limpiamente, de manera uniforme todo el tiempo sin dejar lugar a posibles confusiones. Por otro lado, la propuesta escenográfica, que consistió en el uso de un sofá y cajas que se podían convertir en lo que sea, le dio versatilidad a la obra. Fue una decisión que aportó al equilibrio en escena: si vamos a ver un personaje representado por tres actores a la vez, elegir una escenografía más acaparadora hubiese recargado la obra. Los seis actores destacaron de la misma manera con los planos de los personajes que representaban: hubo una noción colectiva del ritmo de la obra, los textos y los movimientos en el espacio parecían parte de una gran coreografía que nunca paraba, lo que permitió que el efecto cómico venga como consecuencia, y no de manera forzada por los actores. Sin embargo, en  algunos momentos álgidos, varios textos se perdían debido a que el volumen de las voces de los seis actores estaba muy alto o por falta de dicción.

Respecto a esta obra, yo dudaría en definirla como una historia de cómo funcionan las parejas jóvenes solamente. A pesar de que la historia sea la de una pareja joven efectivamente, tengo la impresión de que el recurso más explotado de esta obra es el desdoblamiento de pensamiento en los tres planos “dominantes”, llevándonos a pensar en que nuestra mente pasa por vértigos todo el tiempo, en cada decisión, con cada persona con la que interactuemos. Digo esto porque, si me concentro en la historia de la pareja en cuestión, siento que no se desarrolló tanto la historia en sí misma. Sí, se nos muestra momentos de su relación y la explicación de su desenlace como pareja, pero el recurso del desdoblamiento de planos de pensamiento estuvo tan explotado y bien logrado, que el desarrollo de la pareja pasó a segundo plano. Es más, la separación de la pareja no me causó demasiada sorpresa o pena realmente porque no hubo tiempo de desarrollar su historia.

¿Qué tantos planos podemos construir para mostrarnos ante otros? Es una pregunta que se me ha quedado en la mente desde que vi Así de simple. Agradezco a esta obra por mostrar sin filtro cómo funcionamos al procesar información, al sentir momento a momento, el poner tangible el hecho de que podemos pensar dos ideas completamente diferentes – plano emocional y plano racional- y no sentirnos mal por eso: así funcionamos, no nos avergoncemos de la naturaleza vertiginosa que poseemos, así de simple.

Stefany Olivos
5 de diciembre de 2017

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