sábado, 29 de abril de 2017

Crítica: SOMOS LIBRES

La caótica libertad creativa

Estrenada discretamente en el ICPNA de Miraflores el año pasado, la puesta de Somos libres de la Asociación Cultural Winaray goza de un rápido reestreno gracias a la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático (ENSAD), en donde el joven autor y director Cristian Lévano nuevamente explora a sus anchas las diversas posibilidades que dispone para llevar a escena sus desconcertantes textos de costumbre, pero siempre con total libertad creativa. Desde su debut en ¿Qué hiciste Diego Díaz? (2008), Lévano ha explorado la complejidad del ser humano buscando retratar en sus historias, muchas de ellas servidas con un delirante humor negro, nuestras propias debilidades y frustraciones para encontrar luego la manera de corregirlas y potenciarlas. Así llegaron Dana (2009), Francisco (2010), El misterioso asesinato de You Payaso (2011) y Me toca ser el nene esta noche (2016), sin contar sus aventuras teatrales para toda la familia.

En Somos libres, el argumento es el sencillo pretexto para que Lévano elabore una corrosiva puesta en escena, que equilibra sin mucho desborde la sórdida y estilizada atmósfera en la que se mueven los siniestros personajes: cinco decadentes y delirantes seres que intentarán ser “libres” a través de un pacto anual que consiste en la muerte de uno de ellos, dentro de una paupérrima y esperpéntica vivienda. A la cabeza, la Madre castrante e infernal que arrea a sus anchas al parlanchín Anselmo, al inquietante Lisandro, al confundido Esperanzo y a una Niña que estará destinada irremediablemente a continuar su legado. Mientras el tiempo corre imparable, el grupo se dedica a discutir sádicamente sobre la elección idónea de la próxima víctima, aquella que alcanzará la tan ansiada “libertad”, en medio de perturbadores encuentros sexuales, canibalismo y algunos aberrantes hábitos como beber orines y tragar excrementos.

Como ya es costumbre, la Sala ENSAD permite apreciar un admirable diseño de producción, que encuentra la imposible belleza dentro del sucio caos escénico, con un ritmo que no decae y llega sin tropiezos a su inexorable final. Participan en este reencuentro de Winaray, actores que fueron parte del colectivo en sus primeros años como Henry Sotomayor (de ¿Qué hiciste Diego Díaz?) y Gabriela Chero (de Francisco), junto a los más recientes como Sergio Ota (Me toca ser el nene esta noche), Yuri Cárdenas y Juan Gerardo Delgado (de El oso de abril, 2016), así como la novel Kelly Carrillo, quien interpreta a una suerte de surrealista cadáver marioneta. Somos libres, acaso la puesta más libérrima, innovadora y arriesgada de Winaray, exuda una exuberante personalidad propia en medio de desperdicios e inmundicias.

Sergio Velarde
29 de abril de 2017

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