sábado, 28 de abril de 2012

Crítica: ZACAPATUM

Costumbres populares y mensaje ecologista

El grupo PaloSanto, Teatro y comunicación, con la dirección de Ismael Contreras y la producción de Cecilia Zapata, viene desarrollando desde hace tres años una interesante labor teatral para los más pequeños en el Centro Cultural CAFAE de San Isidro. La temática ecologista es el factor común que tienen todas sus puestas en escena: en Achikée, la tierra seca, una malvada bruja aparece producto de la contaminación; en La Zorra Vanidosa, la protagonista arrojaba al suelo los frascos vacíos de los productos de belleza destinados a su cola; y en Villasucia, las autoridades municipales tenían descuidada a su ciudad. Zacatapum, escrita y dirigida por Contreras, se suma a este notable repertorio que entretiene a grandes y chicos, siempre dejando un mensaje positivo en favor de la naturaleza.

Con una anécdota sencilla, Zacatapum nos presenta la historia de tres humildes muchachitos que habitan en una quinta, junto a un envejecido árbol. Con el fin de convertir el patio en estacionamiento para el administrador del lugar, se organiza una yunza, no sólo para regalar obsequios a los muchachos, sino también para derribar el árbol, del que aún se tienen indicios de vida. Al enterarse del oscuro propósito del administrador, deciden sabotear la fiesta a través de un número teatral delante de la alcaldesa de la ciudad. Ingeniosa idea la de contrastar costumbres típicas de nuestro país con los mensajes ecologistas tan necesarios hoy en día.

Los actores Julio César Delgado, Yasmine Incháustegui, Andrea Pérez Vilela, Enrico Méndez y Emilio Benavente se divierten y divierten al público asistente con sus personajes. La utilización de marionetas y efectos de luces y sonido enriquecen la puesta en escena. La participación de los niños es vital y el elenco sabe manejar la situación y sacarle partido. Las palabras de Contreras antes de iniciar la función son vitales para que los pequeños disfruten la obra sabiendo sus reglas. Zacatapum propone una historia simpática y tierna, amena y fluida, que nos hace reflexionar sobre ciertas costumbres que afectan nuestro medio ambiente, y con la calidad asegurada del grupo PaloSanto.

Sergio Velarde
28 de abril de 2012

Crítica: OJOS BONITOS, CUADROS FEOS

La crítica versus el arte

Estrenada en el teatro del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú en el año 1996, la pieza teatral Ojos bonitos, cuadros feos de nuestro laureado escritor Mario Vargas Llosa, regresa a los escenarios de los auditorios descentralizados del Centro Cultural Británico, de la mano del grupo Teatro del Horizonte bajo la dirección de Luis Enrique Cornejo. Se trata de una efectiva obra que motiva la reflexión acerca de la eterna rivalidad artística entre creadores y jueces, a través de la historia de tres frustrados y reconocibles personajes, quienes a través de sus diálogos ponen en el tapete asuntos como la verdadera naturaleza y condición del arte y del artista, respectivamente; el esquivo talento y su inútil aprendizaje; y por supuesto, el ingrato rol de quien decide dedicarse al oficio crítico.

Ojos bonitos, cuadros feos es el nombre de la reseña que le escribe a una de sus alumnas, el reconocido e influyente crítico de arte, y además homosexual reprimido, Eduardo Zanelli, para su primera exposición de pintura. La joven, de nombre Alicia Zúñiga, cae en una profunda e irreversible depresión tiempo después. Hasta el departamento del crítico llega, por medio de engaños, el marino Rubén Zevallos, a cobrar venganza por la suerte de su enamorada. Es en este diálogo, y en las palabras de Alicia que llegan como recuerdos o fantasías de Rubén, donde descubrimos la realidad del crítico todopoderoso (un pintor frustrado y sin talento) y la artista víctima (una joven insegura e ingenua). Acaso el autor prefiere no dar a conocer su propio punto de vista, lo que lleva al público a cuestionar las motivaciones de los personajes y sacar nuestras propias conclusiones.

La puesta en escena de Cornejo es sencilla y austera, centrando el interés en el contrapunto de los personajes. Sin embargo, el módulo en el que se encuentra el personaje de Alicia debe estilizarse más. Reynaldo Arenas, a pesar de algunas fallas en su dicción, compone a un creíble crítico de arte, perfectamente coherente con su propia frustración y desgarrador al enfrentar su destino final. Por otro lado, el mismo Cornejo le confiere profundidad y realismo al militar machista y sensible, incapaz de aceptar la negativa de su novia y su posterior ausencia. Jasmin Zevallos, con algunos momentos de sobreactuación, convence como la joven aspirante a pintora, destruida moralmente por la crítica de su maestro a quien tanto admiraba. Ojos bonitos, cuadros feos es un sencillo y digno montaje que lleva a plantearnos muchas interrogantes sobre el necesario ejercicio de la crítica de arte (a todo nivel), como una herramienta necesaria para su desarrollo.

Sergio Velarde
28 de abril de 2012

miércoles, 25 de abril de 2012

Entrevista: ZEJO CORTEZ

"No hay arte si no eres primero persona"   

Desde hace unos meses, un blog dedicado a la Crítica Teatral, con textos de opinión y poesía, está dando que hablar. Se llama Taberna Crítica y es administrado por Zejo Cortez, un joven poeta, dramaturgo y comunicador, que se ha planteado la difícil tarea de mantenerlo actualizado, de acuerdo a un riguroso calendario: los lunes, una columna de opinión; los martes, una publicación de poesía; los jueves, entrevistas a actores de Teatro; y los viernes, Críticas de Teatro.

"Taberna Crítica saltó a la red este enero. Tenía como experiencia el aprendizaje obtenido de una revista de Madrid donde publicaba las Críticas de Teatro, durante casi año y medio (trabaja en esa revista hace tres). Abrir Taberna Crítica, me da la posibilidad de realizar entrevistas, que me agrada bastante: preguntarle a la gente por qué hace lo que hace, cuál es el motivo y el objetivo por el que lo hace", comenta Zejo.

“Hice el balance anual de lo mejor del Teatro Peruano en el 2011 (la mejor puesta en escena, puesta en escena para niños, mejor dramaturgia peruana, mejor actor, actriz, etcétera) para la revista La Huella Digital, es una revista digital de la Universidad Complutense de Madrid”, nos cuenta Zejo. “En principio llegué ahí gracias a Ángel L. Rubio, que en ese momento era director de la revista, para publicar distintos artículos de publicidad, cultura y poesía.” Posteriormente, sólo continuó con sus publicaciones de poesías, pues Zejo afirma ser poeta de nacimiento.

“En ese tiempo fui creciendo y aprendiendo a conciencia acerca del Teatro, gracias a mi maestro, Edgard Guillén, quien me impulsó a entrar en la Crítica Teatral.” Fue así que comenzó a publicar sus críticas en La Huella Digital, hasta que tuvo regularidad y la idea de hacerlo en nuestro país era el paso lógico. “Fue así que abrí la Taberna Crítica, en blog cuyo nombre viene de una reunión en el Queirolo de Pueblo Libre con Edgard y mi amigo Benjamín Edwards.”

El señor Edgard Guillén es, qué duda cabe, toda una institución teatral en nuestro país. “La amistad con Edgard se ha visto fortalecida por el Teatro”, afirma Zejo. “Él me enseñó y enseña aún, lo que sabe del Teatro. Él me ayudó a armar mi tercera biblioteca, enteramente de Teatro.” Las obras que escribe Zejo (pues estudió Dramaturgia en dos escuelas) también son analizadas por Guillén, lo que ha contribuido enormemente en este inacabable aprendizaje de teatro.

Además, Guillén acompaña a Zejo a ver algunas obras de teatro y su opinión es por supuesto, muy significativa “Te cuento algo: fui con Edgard a ver La Fiesta de cumpleaños de Harold Pinter (Edgard trabajó textos de Pinter en Lima por primera vez con "El amante"); yo ya había ido a verla, y con Edgard fui la segunda vez. No se entendió casi nada. Obviamente la obra es absurda, pero hasta en ese absurdo debe existir un fino hilo conductor, que no fue bien llevado en dirección. Entonces, cuando terminó la puesta, Edgard empezó a preguntarle a la gente qué le había parecido lo que acababan de ver, y la gente le respondió: 'Eh, bueno, es la historia de una familia', 'Eh, estuvo interesante', 'Sí, fue bonito'. Ahí ves qué es lo que hay: dinero para hacer estos trabajos, actores disponibles, pero como se anda en una carrera de puesta tras puesta, producir y producir, no hay una responsabilidad a conciencia de parte de algunas personas de Teatro, para que se hagan cosas de calidad. Cosas también que entretengan, pero no que entretengan porque no entendiste o porque se apelaba a chistes corrientes y tontos.”

Sobre lo que es el Teatro Independiente en el Perú, Zejo tiene un particular punto de vista. “El Teatro Independiente es el Teatro que no está subvencionado por el Estado; por lo tanto y, por ejemplo, el Teatro del Centro Cultural Católica, es independiente.” Pero, ¿cuál es la problemática que enfrenta el teatro de gran producción? “El inconveniente con las 'grandes compañías' es que quieren demostrar que pueden hacer grandes trabajos, con grandes producciones y eso hace que descuiden el trabajo del actor”, reflexiona Zejo.

“No digo que sean malas personas o que todo es un desastre, pero descuidan la búsqueda y la investigación, no académica y formal, sino la del actor y director, la emocional, además del rigor." Para Zejo, el éxito de la puesta estriba en que tanto el actor como el espectador logren una fluida comunicación. “La brecha está en el traslado del mensaje de la obra y lo que ha afectado e influido en el actor, que no es bien guiado por el director. Por eso, si hay una dirección que no tiene las herramientas necesarias o si no hay una sensibilidad para trasladar el mensaje del autor idóneamente, sientes un vacío cada vez que observas una puesta.”

Sobre la Crítica Teatral, Zejo afirma que “está inmersa en el proceso de comunicación teatral. Creo que la Crítica es una más de las miradas del proceso teatral. Están la mirada del dramaturgo, la del director (que engloba a el asistente, los luminotécnicos, los que se encargan del sonido...), y la del actor. La Crítica debe contribuir al hecho teatral en buenos términos.”

Zejo cita a Kant, que partiendo desde la perspectiva filosófica de crítica, sostenía que ésta era un juicio de valor, objetivo, respecto a algo. “En la actualidad, la palabra Crítica tiene una connotación negativa, errónea. Sobre todo, cuando uno hace la crítica y a algunas personas no le gustó por más que la hayas fundamentado; te dicen: 'la crítica es negativa', 'el flaco tiene rencor' o 'qué cerveza habrá bebido', entre otras.” Además, Zejo menciona que acudió una vez al Centro Cultural Británico y escuchó a Mariana de Althaus decir que “creía que los Críticos de Teatro guardan amargura por no haber encontrado el éxito deseado".

“No hay arte si no eres primero persona”, reflexiona Zejo. “No eres artista, si no eres sensible con lo que pasa a tu alrededor, si no eres comprometido con lo que le concierne a tu ciudad o al lugar donde vives. El arte es social, es responsable.”

Citando a Stanislavsky en su libro 'La preparación del actor': si uno va al Teatro para lucir sus manos bonitas, sus pies bonitos, para alardear que ha hecho Teatro o para agarrarse del Teatro para publicitarse, mejor dedíquense a otra cosa. “Pienso que debería tratarse a las Críticas de Teatro como una fuente de investigación de cierta eficacia o certeza en los distintos ámbitos relacionados al hecho teatral.”

Finalmente, cuando Zejo asiste a ver una obra de teatro, nota dos cosas, así como en el Circo de Ate o en un teatro de Miraflores o en la vida misma: “O te ven con desprecio e indiferencia, o te ven con simpatía, intentando caer bien. Curioso: tampoco te dicen nada, todo aparenta estar completamente tranquilo y en paz. Pocos realmente intentan conocer tu trabajo o conocerte y entablar una cercanía sincera. El Teatro es una muestra, como cualquier arte, de lo que hay en la vida o en cualquier lugar. El Teatro está hecho por humanos. Vas a ver el pensamiento de la sociedad de la época, vas a ver qué es lo que la gente opina de la vida, de su vida, de su mundo circundante... en el Teatro. No me refiero a la puesta en sí, sino a toda la ceremonia que involucra ir al Teatro. Todo corresponde a cómo somos como personas. Es así”, concluye. Visiten Taberna Crítica y saquen sus propias conclusiones.

Sergio Velarde
25 de abril de 2012

sábado, 21 de abril de 2012

Crítica: LA CIUDAD DE LOS REYES

La vigencia de Hernando Cortés

Una de las personalidades fundamentales de nuestro teatro peruano es sin duda, Hernando Cortés. Algunas de las obras en las que participó, como Muerte de un viajante o ¿Quién le teme a Virginia Woolf?, lo llevaron a ser considerado como nuestro mejor actor de teatro. Como director y dramaturgo fundó el grupo Teatro El Tábano y escenificó sus propias obras dramáticas. Acaso la más célebre de ellas sea La Ciudad de los Reyes, escenificada a mediados de los años sesenta y con un fuerte aire brechtiano. Ocho sencillos y a la vez contundentes cuadros nos muestran las insalvables brechas sociales entre los pobres y los ricos; y esta vigencia de la temática es indudable pues, a pesar de las décadas transcurridas, la pieza pareciera que fue escrita en la actualidad.

La Ciudad de los Reyes nos muestran personajes comunes y corrientes, pero en situaciones muy particulares: una pareja que debe vender a su hijo para salir de la crisis económica; el empleado público que prefiere mantenerse con sus pequeñas coimas, antes que ser ascendido a otro cargo; el portero del edificio residencial, menospreciado por los inquilinos; la obrera que busca la creación de un sindicato ante los constantes abusos, el estudiante universitario muerto en una revuelta; el hombre de negocios que busca su propio beneficio a costa de los demás; el militar que se convierte en candidato a la presidencia del país; y especialmente, la chola que es abusada constantemente. Justamente este cuadro, llamado Abuse usted de las cholas, sea el que más versiones haya tenido, a cargo de reconocidas actrices como Aurora Colina y Delfina Paredes.

La Ciudad de los Reyes llega a escena nuevamente como un homenaje póstumo a su creador Hernando Cortés, fallecido el año pasado. La puesta en escena gana en fluidez, al desprenderse del vestuario en color blanco y las máscaras que ocultaban los gestos de los actores, cuando fue presentada hace varios años en La Casona de San Marcos. Este nuevo estreno de La Ciudad de los Reyes en el Centro Cultural CAFAE, a cargo del grupo Teatro El Tábano, conformado actualmente por los actores Walter Huallpa, Jorge Silva, Orietta Foy y Juan Maldonado, con el inspirado acompañamiento musical de Miguel Sánchez, comprueban la vigencia de Hernando Cortés como un dramaturgo de importancia capital en nuestro país.

Sergio Velarde
21 de abril de 2012

miércoles, 18 de abril de 2012

Crítica: EL MÉDICO A PALOS

Clásica comedia sin pierde

Representada escénicamente por primera vez en 1666 y escrita por un Moliere enfermo y resentido contra los galenos, El médico a palos es y será siempre una comedia infalible, de la cual resulta muy difícil defraudar al público con su puesta en escena. Y es que las aventuras y desventuras del leñador Sganarelle, quien es confundido por un destacado doctor, pareciera no tener pierde. Un siempre inspirado Moliere nos cuenta cómo Martina, esposa de Sganarelle, convence a los criados de Geronte que el mencionado personaje es en realidad, un médico capaz de curar los males más terribles. Claro está, por medio de una buena paliza. Así, este “médico a palos” llega a casa de Geronte y la comedia se desata con la aparición de la hija enferma y el pretendiente menospreciado.

El médico a palos, que forma parte de las obras de abril en el “Mes de las letras” organizado por el Centro Cultural Británico, llega a escena con un colorido vestuario, máscaras para todos los actores, caja negra y contados elementos en escena. Como no podía ser de otra forma, la acción dramática recae en los divertidos diálogos de una adaptación muy funcional del texto original y en las convincentes actuaciones del elenco, en el que destacan Nelson Tafur en el papel principal y Cecilia Monserrate, muy solvente y carismática, como su mujer. La comedia es muy bien manejada por todos los actores en general, quienes aprovechan la exageración de sus ademanes para compensar la nula gestualidad facial que les obligan las máscaras.

Ya son sabidas las limitaciones técnicas que ofrecen los auditorios descentralizados del Británico, hecho que por cierto, no empaña en lo absoluto su genuino interés por la difusión gratuita de propuestas teatrales de diversos grupos del medio, seleccionados previamente. Acaso sean estas limitaciones las que hayan llevado a la Asociación Cultural Arte Escénico y a su director Willy Gutiérrez, a montar de manera austera y clásica El médico a palos, una de las comedias más infalibles e ingeniosas del clásico dramaturgo francés. Siguen de manera itinerante en el Británico: Ojos bonitos, cuadros feos de Mario Vargas Llosa y La orgía de Enrique Buenaventura; sus reseñas, en breve.

Sergio Velarde
18 de abril de 2012

sábado, 14 de abril de 2012

Crítica: SECRETOS

Pretencioso drama con las mejores intenciones

Resulta siempre alentador encontrar en nuestra cartelera limeña el estreno de un nuevo grupo teatral, demostrando que las artes escénicas sí les importan a los jóvenes, quienes se reúnen para sacar adelante con mucho esfuerzo y sacrificio un espectáculo de teatro. Polemizar sobre si el proyecto es acaso sólo “flor de un día” o sobre la calidad del producto en sí, pues resulta secundario. Es esa mística teatral, con mucha entrega y pasión en el escenario, la que se puede percibir en la puesta de Secretos, de la autora uruguaya Raquel Diana, estrenada en El Galpón de Pueblo Libre, bajo la dirección de Manuel Trujillo y Gean De Almagro y presentada con las mejores intenciones por la flamante organización cultural La Fuente de Castalia.

Secretos se desarrolla en una casa vieja y sucia, en donde se encuentran cinco mujeres con muchos secretos que compartir: la abogada (Magaly Martini) que intenta vender la propiedad, una anciana (Carla Gamero) que clama ser la dueña, una empleada de limpieza (Claudia Mantari) que tiene a su hijo encarcelado y una mujer (Claudia Hidalgo) que fue torturada salvajemente en el sótano de la casa. En medio de ellas, una escritora (Paola Vera), que aparentemente es su creadora e invisible ante las demás, va desarrollando sus dramas. Lamentablemente, la dramaturgia no ayuda a desentrañar del todo los misterios que rodean a las mujeres y algunos personajes resultan muy desdibujados, como el de la anciana. El pretencioso drama parece no tener rumbo fijo, salvo el de contener algunas secuencias de lucimiento para el joven elenco, que se esfuerza en sacar adelante sus personajes. Otro texto, acaso más inspirado, con personajes más cercanos en edad a las jóvenes actrices, hubiese resultado más adecuado.

Esta puesta en escena de Secretos tiene a favor la desbordante energía que emana de la juventud de las actrices. En contra, esta misma juventud que no ayuda a cuajar las caracterizaciones de los personajes, que se ven irremediablemente falsas. El personaje omnipresente de la escritora pudo haberse desarrollado de otra manera, con otro vestuario y maquillaje para sus intervenciones en la “ficción”, así también como para su aparición “real” en el último cuadro. Sin embargo, la dirección de actores logra mantener la atención hasta el final, consiguiendo algunos momentos muy logrados dramáticamente, con algunas pinceladas de humor. Celebramos el estreno de Secretos y la aparición de esta nueva agrupación teatral, La Fuente de Castalia, que ya anuncia dos montajes para este año: El Pórtico del Cielo de Román Sarmentero y Desayuno durante la noche de Ricardo Prieto.

Sergio Velarde
14 de abril de 2012

viernes, 6 de abril de 2012

Crítica: ATAHUALLPA, INTENTANDO OTRA MIRADA/II FASE

La Conquista según Pizarro

El incansable colectivo Teatro de la Resistencia presenta la segunda fase de su proyecto Atahuallpa, intentando otra mirada. La primera fase, planteada como “teatro de documento” desde la perspectiva de nuestro último Inca, se estrenó en el marco del X Festival de Teatro Peruano Norteamericano del ICPNA en el 2010; y ahora, con el mismo formato, elenco y director, llega este nuevo montaje, pero desde el punto de vista español, desde la mirada del conquistador Francisco Pizarro. El director Beto Romero profundiza ahora en cronistas españoles como Pedro Sánchez de la Hoz, Francisco de Jeréz y Pedro Pizarro, para darnos un nuevo panorama de la historia que todos aprendemos parcialmente en la etapa escolar, y que por cierto, constituye un importante aporte histórico, pues el montaje ofrece algunos datos poco conocidos y un par de notables secuencias de teatro puro, que bien valen la pena disfrutar.

Tres actores vestidos de blanco recrean escénicamente los hechos acontecidos en Cajamarca de 1532, e intentan dar una explicación lógica sobre cómo un puñado de españoles lograron dominar en tierras extrañas a miles de indios, a través de los episodios más relevantes escogidos de nuestra historia. Como menciona el director en una entrevista realizada por Rosana López-Cubas, estos “momentos” históricos específicos dosifican la gran cantidad de información, aprovechando dentro de la trama dos magníficas secuencias: el primer encuentro entre Pizarro y Atahuallpa; y el juicio y sentencia del Inca, a todas luces arbitrario y abusivo, por parte del reino español. Asimismo, el tenso drama y la vasta cantidad de información son aliviados por un agradecido sentido del humor.

Ahora con el protagonismo de Pizarro, en manos del actor Pedro del Castillo (antes lo fue Daniel Zarauz en la Fase I), el ritmo de la obra es marcado por los extensos monólogos del conquistador, sobre sus orígenes, motivaciones y algunas narraciones sobre sus batallas; y que todavía falta afianzar en fluidez y dicción por parte del actor. Los resultados en general son positivos, especialmente gracias al apoyo de los excelentes Zarauz y Cynthia Schreiber, quienes interpretan a los personajes secundarios como Almagro, Luque y Felipillo. La escenografía, la elección de la música y el aprovechamiento de las luces en el escenario de la Alianza Francesa de Miraflores, impecables. Beto Romero y Teatro de la Resistencia consiguen con esta nueva fase de su proyecto Atahuallpa, intentando otra mirada, una propuesta novedosa y bien articulada, que nos hace esperar su última y definitiva fase (contando esta vez con Schreiber en el rol protagónico) con bastante expectativa.

Sergio Velarde
06 de Abril de 2012

jueves, 5 de abril de 2012

Crítica: UN BUSTO AL CUERPO

¿Deformación o estilización del cuerpo?

Daniel Dillon es un director teatral que alcanza sus mayores logros con montajes extremos y libres de cualquier asomo de complacencia. Así lo fueron su intensa revisión del asesino Roberto Zucco (2006) de Bernard-Marie Koltès; su insólita puesta de Estudio en escena (2006) dentro del Festival de Teatro del ICPNA; e Historia de un hombre (2011), una personalísima (re)creación de la pieza de Borias Trauben en clave de performance. Un busto al cuerpo, en versión libre del original de Ernesto Caballero, estrenado de manera itinerante en el Centro Cultural CAFAE, es un montaje de escuela, como parte de las prácticas pre-profesionales de estudiantes de la ENSAD, y en donde Dillon pone a prueba a las actrices Yasmine Incháustegui, Lidia Mallqui, Angie Rodríguez y Roxana López para llevar a buen puerto el proyecto.

Una madre intelectual, una hija rebelde y una locutora radial con proyección televisiva, todas ellas llamadas Cristina, enfrentan de manera distinta el tema de la cirugía plástica. Lo trillado que puede parecer el tema es sabiamente presentado en escena con mucha ironía y humor negro. El discurso acerca de hasta dónde podemos llegar con la agresiva deformación o estilización (según sea el punto de vista) de nuestro propio cuerpo resulta interesante. La discusión de las Cristinas en la galería sobre el verdadero significado del cuadro con el piercing en el pezón es el mejor ejemplo de esta contraposición de conceptos. ¿Podemos transformar y mutilar nuestro propio cuerpo con total impunidad? ¿Acaso lo hacemos por libre elección o por presiones de la sociedad? ¿Afectamos a los demás con esta decisión? Preguntas que llevan a la reflexión al espectador, y que es finalmente, el leitmotiv de cualquier obra teatral.

Dillon logra sacar adelante una puesta en escena que corrige la sobreactuación y los problemas de dicción de las actrices con un montaje estilizado y fluido, con cambios de escena limpios y ordenados, y con la utilización del proyector multimedia para generar los diferentes espacios en los que se desarrolla la trama. De igual forma, todos los desnudos están plenamente justificados. Obviamente, la presencia de dos actrices para interpretar por turnos el papel de la hija se debe a motivos académicos, pero ese detalle no distrae mucho del mensaje que quiere mostrar el autor. Un busto al cuerpo no supera a su anterior montaje, estrenado en el 2009 en el Teatro Racional, pero es un respetable ejercicio escénico para estas cuatro intérpretes aún en proceso.

Sergio Velarde
05 de abril de 2012