domingo, 21 de junio de 2009

Crítica: HISTORIETAS


Historias paralelas en primera velocidad


Escrita hace ya algunos años por Paco Caparó, “Historietas” fue llevada a escena por el grupo Eureka Teatro con la dirección de Juan Carlos Díaz, consiguiendo excelentes resultados con esta obra que aborda el tema de la violencia a través de tres historias paralelas: las dos hermanitas encerradas en una habitación teniendo como única compañía a un televisor; unas jóvenes pandilleras que buscan enfrentarse a grupos más fuertes; y una mujer llamada Mercedes, quien debe convivir con su sobrina, mientras espera al hombre ideal. Se trata de un texto dramático bien escrito, pero que bajo la dirección de Richard Romero, no logra ser resuelto adecuadamente en la reciente temporada presentada en el Centro Cultural CAFAE-SE.

El estilo expresionista que Romero eligió para su puesta en escena no fue precisamente el más acertado. Presentar a sus actores vestidos de blanco al inicio, moviendo los elementos escénicos y creando la convención que estamos frente a un ejercicio actoral, no es una mala idea de por sí. Pero sí lo es cuando atenta contra el ritmo de la obra: los cambios de escena resultan largos, tediosos y totalmente prescindibles. Bastaba sólo una correcta disposición de las luces para delimitar los espacios y unos cuantos practicables que hicieran las veces de sillas, mesas y bancas. Las entradas y salidas por los telones debieron ser más limpias y ordenadas. Y los niveles de los ambientes (las escenas ocurren en azoteas y patios de un mismo edificio) tampoco estuvieron del todo definidos.

Existieron también deficiencias para redondear las historias de los personajes: el juego escénico de las niñas encerradas se pudo aprovechar más, incidiendo en la importancia del televisor como único escape para su aburrimiento. Las pandilleras no lograron transmitir incomodidad ni sorpresa, salvo en la última escena en la que finalmente se consiguió una atmósfera de desesperación y tragedia. La relación de Mercedes con el locutor de radio resultó desdibujada, pues no se sabía a ciencia cierta cuando este último personaje aparecía de verdad, y cuando era sólo una fantasía provocada por las drogas que consumía la mujer. Si “Historietas” logró tener finalmente algunos aciertos, se debió sin lugar a dudas al elenco, que logró un buen desempeño en líneas generales y que debió ser mejor aprovechado por la dirección de actores. Siempre es grato volver a ver en escena a una actriz tan competente como Viviana Andrade. Y acompañada de nuevos talentos, como en el caso de Miluska Morillo. No basta tener un buen texto y buenos actores para lograr una obra teatral aceptable, también se necesita a un director que tenga como objetivo principal insuflarle vida, energía y ritmo a la puesta en escena.

Sergio Velarde
21 de junio del 2009

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