lunes, 29 de junio de 2009

Crítica: LA ZAPATERA PRODIGIOSA


Rescatando el espíritu lorquiano  

El grupo Eureka Teatro viene desarrollando una interesante e ininterrumpida labor artística desde hace once años, siempre bajo la batuta de los incansables Juan Carlos Díaz y Ruth Vásquez, con frecuencia en dirección y dramaturgia, respectivamente. Su nueva propuesta teatral para este año es la adaptación de un texto clásico de Federico García Lorca titulado “La Zapatera Prodigiosa”. La historia gira en torno a un zapatero cincuentón y su aburrida esposa, casados por conveniencia. Las interminables discusiones provocan que el marido huya, para volver luego disfrazado de titiritero y por medio de un ingenioso ardid recuperar el amor de su amada.

La puesta en escena, como de costumbre dirigida por Juan Carlos Díaz, logra un buen aprovechamiento del espacio escénico que brinda el Auditorio del CAFAE-SE, y es a la vez sencilla y funcional. Unos cuantos elementos escénicos, acompañados por un juego de luces que puede aprovecharse aún más, sirven de marco para una obra en la que el peso recae en su totalidad en los personajes. La Zapatera (Ruth Vásquez) es tosca y engreída con sus pretendientes, entre ellos el Alcalde (Juan Carlos Díaz), pero encuentra momentos de ternura cuando interactúa con el Niño del pueblo (Kariuska Yucra en lograda caracterización). Mientras que el Zapatero (notable Ismael Contrareas) pasa de una inicial pasividad, a tomar la decisión de recuperar a su mujer, tomando la personalidad de un titiritero, logrando un divertido y conmovedor remate para el drama.

Las actuaciones de los cuatro intérpretes son bastante acertadas. Ruth Vásquez le confiere una fuerte y ruda personalidad a su zapatera, no carente de sensualidad. Kariuska Yucra y el propio director Juan Carlos Díaz interpretan diversos personajes dentro de la pieza con bastante aplomo y precisión. Pero es Ismael Contreras quien se roba cada escena en la que aparece como el Zapatero, teniendo su punto más alto al escenificar la función de títeres. Se agradece al grupo Eureka Teatro por acercarnos al espíritu lorquiano auténtico y verdadero, respetando casi en su totalidad la riqueza del texto, que extrañábamos luego de tantas Bodas y Bernardas, tan empecinadas en encontrar nuevas e inútiles personalidades o en lucrar con el nombre de su autor. No perderse por ningún motivo esta “Zapatera Prodigiosa”.

Sergio Velarde

29 de junio 2009

domingo, 21 de junio de 2009

Crítica: EL LIBRO DE LA SELVA


Original y divertida propuesta  

Desde hace varios años el teatro infantil está muy enfermo. ¿Qué duda cabe? Algunos productores no tienen mayor creatividad que la de presentar Caperucitas, Cenicientas, Chanchitos, Hadas, Brujas, Ogros y demás, en enésimas repeticiones sin aportar absolutamente nada nuevo. Y en los últimos años, para agravar esta crónica condición, nos llegan los “originales” cruces de universos paralelos: “Los Backyardigans presentan a los Tres Chanchitos”, “Los Hi5 presentan al Mago de Oz”, “Spiderman y los Teletubies”, entre otras increíbles combinaciones, dependiendo de la coyuntura actual. Pero contar una historia clásica no es necesariamente malo, siempre y cuando sus creadores logren imprimirle nuevos aires, innovando los personajes y la historia en general. Este último caso sucede en la última puesta en escena de “El Libro de la Selva”, que se presenta todos los domingos en el Teatrín de la ENSAD, con la producción de La Cometa de Tomasa.

La historia es ya conocida: Mogwli es un niño criado por lobos en plena jungla y que no quiere volver a la civilización, mientras su mortal enemigo, el tigre Shere Khan, planea su venganza. El director Sergio Ota prefiere alejarse de la notable cinta animada de Walt Disney para presentarnos su propia versión de la clásica historia de Joseph Rudyard Kipling, pero mantiene algunas canciones de contagiante ritmo para acompañar ciertas escenas. Sin embargo, se nota un cierto abuso en el playback (lo ideal sería que los propios actores interpretaran las canciones sobre la pista) y más aún, en algunos diálogos grabados en los que los actores debieron utilizar la fonomímica, que pudieron fácilmente ser retirados, bajando el volumen en ese momento.

A destacar ese personaje bala llamado Mowgli, interpretado con carisma y agilidad por Ricardo Ota, joven actor de tan sólo 10 años, acompañado por un efectivo grupo de actores de la ENSAD, quienes con gran dominio de escena y plasticidad interpretan a los variopintos personajes de la historia. Ellos son: Dante Marchino, Herlinda Collazos, Natalyd Altamirano, Onasis Toro y Rossana Torres. Buen diseño escenográfico y original vestuario (trampa en la que muchos grupos infantiles caen al utilizar “disfraces” para sus obras). “El Libro de la Selva” se convierte en un verdadero y sano divertimento para toda la familia.

Sergio Velarde

21 de junio de 2009

Crítica: HISTORIETAS


Historias paralelas en primera velocidad


Escrita hace ya algunos años por Paco Caparó, “Historietas” fue llevada a escena por el grupo Eureka Teatro con la dirección de Juan Carlos Díaz, consiguiendo excelentes resultados con esta obra que aborda el tema de la violencia a través de tres historias paralelas: las dos hermanitas encerradas en una habitación teniendo como única compañía a un televisor; unas jóvenes pandilleras que buscan enfrentarse a grupos más fuertes; y una mujer llamada Mercedes, quien debe convivir con su sobrina, mientras espera al hombre ideal. Se trata de un texto dramático bien escrito, pero que bajo la dirección de Richard Romero, no logra ser resuelto adecuadamente en la reciente temporada presentada en el Centro Cultural CAFAE-SE.

El estilo expresionista que Romero eligió para su puesta en escena no fue precisamente el más acertado. Presentar a sus actores vestidos de blanco al inicio, moviendo los elementos escénicos y creando la convención que estamos frente a un ejercicio actoral, no es una mala idea de por sí. Pero sí lo es cuando atenta contra el ritmo de la obra: los cambios de escena resultan largos, tediosos y totalmente prescindibles. Bastaba sólo una correcta disposición de las luces para delimitar los espacios y unos cuantos practicables que hicieran las veces de sillas, mesas y bancas. Las entradas y salidas por los telones debieron ser más limpias y ordenadas. Y los niveles de los ambientes (las escenas ocurren en azoteas y patios de un mismo edificio) tampoco estuvieron del todo definidos.

Existieron también deficiencias para redondear las historias de los personajes: el juego escénico de las niñas encerradas se pudo aprovechar más, incidiendo en la importancia del televisor como único escape para su aburrimiento. Las pandilleras no lograron transmitir incomodidad ni sorpresa, salvo en la última escena en la que finalmente se consiguió una atmósfera de desesperación y tragedia. La relación de Mercedes con el locutor de radio resultó desdibujada, pues no se sabía a ciencia cierta cuando este último personaje aparecía de verdad, y cuando era sólo una fantasía provocada por las drogas que consumía la mujer. Si “Historietas” logró tener finalmente algunos aciertos, se debió sin lugar a dudas al elenco, que logró un buen desempeño en líneas generales y que debió ser mejor aprovechado por la dirección de actores. Siempre es grato volver a ver en escena a una actriz tan competente como Viviana Andrade. Y acompañada de nuevos talentos, como en el caso de Miluska Morillo. No basta tener un buen texto y buenos actores para lograr una obra teatral aceptable, también se necesita a un director que tenga como objetivo principal insuflarle vida, energía y ritmo a la puesta en escena.

Sergio Velarde
21 de junio del 2009

martes, 2 de junio de 2009

Crítica: PALINTRÓPOLIS


La ciudad del palo o del pecado  

Asistir al Centro Cultural El Averno para ver la obra “Palintrópolis”, a cargo del grupo de teatro Cuer2 con la dirección y dramaturgia de Roberto Sánchez Piérola, puede tener una doble lectura: la obra transita en medio del caos y la violencia de nuestra querida y maltratada ciudad, con personajes conflictivos y conflictuados en medio de la asfixiante contaminación que nos embarga. Y es así como lucen los alrededores del Averno en horas de la noche, con prostitutas, fumones, locos y mendigos pululando por la zona, que supongo de alguna manera determina la escasa concurrencia a una de las obras más logradas e interesantes en lo que va del año. Y ojo que asistí a la última función de una corta temporada con pasada de sombrero.

“Palintrópolis”, descrita como una oda a la ciudad donde se pierde el logos (la razón, el conocimiento), nos presenta la historia de Francisco (homónimo del fundador de Lima) y su terrible vida, pasión y muerte en una ciudad tan apocalíptica como reconocible. Desde su nacimiento hasta su muerte y a lo largo de quince escenas, el grupo nos propone una oscura visión de una sociedad en la que reina el caos, el miedo y el desconcierto, de la mano de Francisco y de dos grotescos personajes enmascarados (dos figuras masculina y femenina), que representan los estereotipos clásicos que deambulan por las calles. Armados con una teatralidad poética o poesía teatral, tal como el grupo describe su propuesta, los cuadros se suceden con energía y ritmo, elaborando una interesante metáfora sobre la contaminación, representada por bolsas de plástico blancas o negras (según sea el caso) y que le dan un respiro a Francisco y a la contundencia de algunas escenas bastante chocantes.

Tratándose de una creación colectiva del director junto con los actores, es justo resaltar la excelente performance de los tres intérpretes: José Luis Urteaga, Rosa Jiménez y Roly Dávila, quienes convincentemente alternan las tres figuras que intervienen en la puesta en escena (Francisco, el hombre y la vieja). Las escenas tienen un nivel bastante parejo, destacando “Plato de perro” y “El micro”, que confrontan al espectador con sus deseos e instintos más básicos y primarios. El escenario del Averno es por cierto, uno de los más incómodos y marginales del medio, pero el grupo logra adaptarse y aprovechar cada recoveco del espacio, pero sin lograr acallar la bulla pachanguera dentro del mismo local, que merecería una llamada de atención a la administración.

“Palintrópolis” o “La ciudad del Palo” es un montaje salvaje, directo y brutal, que no hace concesiones con el espectador y lo confronta con sus miedos y temores más comunes. Acaso la contundencia de la puesta en escena sea la razón por la cual sólo asistieron once personas (incluyéndome) a la última función de su temporada en “El Averno”. O tal vez sea la zona, que por cierto, cada vez luce más peligrosa en el trayecto por Jr. Quilca hacia la Av. Wilson. Sea la razón que fuera, no es excusa para dejar de ver uno de los montajes más interesantes y polémicos del año. Y que ciertamente no merece “palo”, sino hartas palmas. “Palintrópolis” se presentará todo el mes de abril en el Centro Cultural Apu Teatro en Las Calezas 275 Urb. El Manzano Rímac, alt. Cdra. 6 de la Av. Alcázar, Parque del Avión. Imposible perderse esta siniestra mirada a la “Ciudad del Palo o del Pecado”.

Sergio Velarde
Marzo del 2006