sábado, 16 de mayo de 2009

Crítica: CAUSA COMÚN


Un montaje a destiempo   

Se viene presentando en el Auditorio de la AAA, una obra bastante particular titulada “Causa común”, escrita y dirigida por el novel dramaturgo y director Omar Honores. Y es particular, pues la génesis del proyecto se remonta a la década de los noventa, en tiempos de la dictadura mediática de Fujimori, época en la cual su posible estreno habría adquirido otra significación. “Causa común” fue (es) un llamado de alerta ante el autoritarismo y el abuso de poder, por parte de los dirigentes de turno frente a cualquiera que oponga resistencia y haga valer sus derechos. O por lo menos, pretende serlo. Debemos señalar que, en términos generales, la obra estrenada no aporta nada verdaderamente novedoso a la larga lista de espectáculos de denuncia social, pero al menos sí le hace recordar tiempos pasados a un público que, como en el caso del limeño, es tan propenso al olvido.

Honores, quien ostenta entre sus trabajos previos el haber sido parte del primer “No amarás” (debut teatral de Aldo Miyashiro), pretende AHORA hacernos reflexionar sobre los peligros de otorgarle el poder a las personas equivocadas, a través de una historia urbana, presumiblemente atemporal, bastante sencilla, ingenua y predecible, pero que logra sostener el interés gracias a la puesta en escena, que incluye algunas correctas actuaciones y funcional música en vivo, a cargo del grupo Mortero. Las tribulaciones de un grupo de jóvenes universitarios frente a la dictadura de turno y al secuestro de su líder Tito, pierden parte de su fuerza al descubrirse al traidor demasiado pronto (aparte de ser evidente desde un inicio). Un desliz en la dramaturgia que podría corregirse al presentar las escenas en otro orden. Por otra parte, algunas imágenes resultan acertadas (como la de Tito, encerrado en su celda y arengando contra el gobierno, detrás de tres guardias armados) y otros diálogos aparecen impostados pero divertidos (como la seducción de Rody, uno de los estudiantes, a la novia de Tito).

En términos generales, las actuaciones del elenco, sin ser destacables, cumplen finalmente su cometido. Fernando Montenegro, en el papel protagónico, logra transmitir la opresión y la angustia de verse encerrado y privado de su libertad. Paco Onofre se divierte a sus anchas como el caradura de Rody. Bien Anabella Bellota, sincera y conmovedora como la madre de Tito, así como Roberto Cuba como uno de los dirigentes estudiantiles. “Causa común” puede no ser el montaje perfecto y luce fuera de contexto, pero al menos sirve para recordar a todo aquel que asista a la temporada, sobre una vergonzosa etapa de nuestra historia que de ninguna manera debe quedar en el olvido.

Sergio Velarde

16 de mayo de 2009

1 comentario:

Rafael Arévalo dijo...

Coincido plenamente con la crítica, aunque, personalmente, yo habría sido más "rudo" al respecto. Nunca había visto una obra que, a los 5 segundos de comenzada, me impactara tanto en una forma tan negativa: el director, parado en el escenario, se presentaba a sí mismo (con una gran sonrisa en el rostro) como un "dizque" dramaturgo y "dizque" director. Pese a los elementos positivos de la puesta en escena (pocos, pero ahí están), una introducción tan desafortunada hizo que nunca se me fuera de la mente que estaba apreciando una "dizque" obra. Una cosa es ser humilde, pero otra muy, muy diferente, es desprestigiarse a sí mismo y, de paso, a todos los que lo ayudaron a hacer realidad su "dizque" proyecto. Una verdadera lástima.